jueves, 6 de agosto de 2015

Como un breviario


Me dormía cada noche con aquél libro que me mecía tiernamente entre sus páginas con palabras dulces, que hacían que mi entrada en el reino de los sueños se enriqueciera de la historia recién leída y me autorizaba adentrar en sus historias y perderme en ellas, durante horas, en las penumbras de la noche.
Y así cada día, cada semana, cada mes, entraba y salía en el mágico laberinto urdido por un autor desconocido que, sin saberlo, conseguía que sus relatos hicieran en mí efectos de sedante que me permitía templar la ansiedad causada por un bicho maldito interno; y,  a través del embeleso de sus narraciones, lograr transitar hacia el mundo del descanso onírico. Conciliar un sueño, más que nunca, reparador.

La magia estaba en los propios libros; pues descubrí que leída la palabra fin de aquél primer libro y tomado otro, el trasvase no fue cruento; es como si se hubieran puesto de acuerdo para que no tuviera el menor problema para seguir inmerso en otras historias que me volvieran a conducir cual Barca Solar por esos mundos del Más Allá; pero sabedores de ser mis guardianes nocturnos y estar prestos a devolverme a mi mundo cada amanecer.


Para el I Concurso de Relatos Breves FILBO - BUENSALVAJE- "El Libro". (Colombia).

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