Desde altozanos
se dibuja el
verde
con el mar
al fondo
que la vista
pierde
entre tus
tejados.
Como
Nacimiento,
cuando cae
la noche,
yo mismo
respondo:
qué bonito
broche,
este gran
momento.
Todas tus
esquinas
me traen
recuerdo
que yo mismo
escondo,
por si acaso
pierdo,
entre estas
ruinas.
Dulce y
verde villa,
la que me
emociona,
la que, a
veces, lloro
si me
rememora,
mi linda
Comillas.
En la
lontananza
fluyen mil
figuras
que, sin un
decoro,
bailan con
finura
tu querida
danza.
Por tus callejuelas,
siendo yo
muy niño
y algo
sabiondo,
jugué al
"que te pillo",
con tus
muchachuelas.
Tu playa,
preciosa,
recatada y
mansa,
con suelo
muy hondo,
la vista no
cansa,
más bien, es
grandiosa.
Yo fui un
testigo
de esa
carretera
que con
toque sordo,
barrenaba
entera
el peón
amigo.
Cuando
resonaba
el cuerno
anónimo
con quejido
sordo,
era el
sinónimo
de mojar la
espalda.
Era la
manera
de salir
ilesos,
con mar de
trasfondo
y nadar,
posesos,
entre la
marea.
Hoy discurre
lista
bajo la
pradera
como un
tirafondo,
como una
madeja
feliz a la
vista.
Está
observada,
desde la ladera,
por La
Estatua, adusta,
del de la
naviera
con su
ilustre banda.
Es tu
puertecito,
Muelle, en
el argot
de tu gente
justa,
es como un
fagot
musicando un
mito.
Si asciendes
un trecho,
ves El
Angelote,
que a todos
nos gusta
que nos dé
un capote
o, acaso, un
lecho.
Allá, en lo
alto,
La
Universidad entona,
con su voz
robusta,
en la hora
nona,
rezos con
encanto.
Salmos que
recuerdan
lo que
conocimos
con mucha
finura,
lo que
antaño hicimos
y que no se
pierdan.
Frente al
edificio
de este
Seminario
que todo lo
engloba,
esgrime El
Palacio
su gran
frontispicio.
Rodeado de
prados,
bosques y de
vacas,
el alma nos
roba,
no sin
alharacas,
tus muros
hiedrados.
A tu lado,
cerca
la Torre
repara
que, Gaudí,
otrora,
Capricho
llamara
con razón
muy terca.
Tu plaza
obispada,
con fuente
Tres caños
que su agua
aflora,
años tras
más años,
de niños
bregada.
Esta plaza
tuvo
asilada en
ella,
su escuela
modesta,
donde hizo
mella
en quien la
retuvo.
Antes
estuvieron
en una
casona,
en la
carretera
de aquella
zona
que mis ojos
vieron.
Junto a
Teléfonos,
cuando era
niño,
ahora
emociona
y siento un
guiño
pues está ya
lejos.
Las fotos,
Colasa,
más lejos,
helados,
antes, mi
patrona,
al lado, pegados,
era nuestra
casa.
Pasamos
veranos
con sol o
lluviosos
¡qué importa
eso, ahora!
estos... son
más sosos
¿será por
los años?
Antes,
estuvimos
en una
casita,
recogida y
mona
de una
viudita
casi nietos
fuimos.
La gran
fortaleza
domina el
espacio
a una cierta
altura,
como si un
palacio
se, a veces,
creyera.
Coteruca
llaman,
son zonas
altivas,
los hombres
de cuna
son los de
Comillas,
los que la
engalanan.
A socaire
existe
un antiguo
Castro
donde no hay
hambruna
pues, no es
mucho gasto,
si tu cuerpo
insiste.
Recuerdo tu
cine,
Telégrafos,
bares,
tus norteñas
brumas,
farmacia,
hogares,
zapatera...
¡dime!
No olvido tu
iglesia
de arenisca
hecha
que, cuentan
las plumas,
que aquí fue
rehecha,
pues había
amnesia.
¡Aquí no hay
patronos,
pescadores,
pobres!,
¡es
Fuenteovejuna!
y, puede,
recobres,
algún día
tronos.
Tu Corro,
bendito,
alegra la
noche
de tu hora
bruja,
poniéndole
el broche
al café y
churrito.
La Rabia,
Campíos,
Ruiseñada
embriaga,
todo junto
aúna,
con Portillo
y Playa,
todos tus
dominios.
Lo mejor de
todo,
es que,
aquellas fraguas
nostálgicas,
bellas
y, que entre
tus aguas,
yo tomaba
yodo.
No pienso en
pasado,
volveré otro
año
desde hace
cincuenta,
y haré, como
antaño,
tomarme un
helado.
Presentado al X Concurso Literario Bonaventuriano de Poesía y Cuento corto. Universidad San Buenaventura de Cali. (Colombia) 2014.