jueves, 6 de agosto de 2015

Hermana pobre, pero rica


Entré en la Papelería, por algunos conocida como "hermana pobre", de esas otras de más boato denominadas Librerías.
Era antigua la estancia; mostradores raídos por el tiempo; olor a madera carcomida por insectos moradores en sus entrañas. Parecía abandonada a su suerte, como sus dueños, una pareja de ancianos dispuestos a que el negocio lo llevaran sus propios compradores.
Eran la imagen de su establecimiento; recubiertos con guardapolvos azules hasta la altura de sus tobillos; y, sin embargo,  acudían solícitos ante cualquier pregunta de los potenciales compradores y activos fisgones, que pasaban las horas muertas revolviendo las montañas de libros apilados en la parte  más profunda de la papelería.
Y husmeando en los montones, encontré una perla a la que tuve que mirar y remirar para hacerme comprender a mí mismo, que sí era el libro que parecía ser; que realmente ese libro era una edición primitiva de hacía siglo y medio de una gramática que se estudiaba, por entonces, en el bachillerato.

Lo compré de inmediato. Un merodeador, me miró con piedad al ver el "pastón" que iba a dejar por un libro zarrapastroso. Me insufló júbilo el guiño que el dueño de aquella tienducha me lanzó al pagar.


Para el II Premio de Micro-relatos RNE. Radio Nacional de España, con la colaboración de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros. Madrid.

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