Naciste en cuna señorial,
de linaje, aristocrática,
ajena a hazaña mediática
más postrera y vocacional.
Fuiste niña juguetona,
traviesa, titiritera
a lomos de esa grosera
novela, color Tizona.
Tus andanzas buscan laureles,
intentan hacer camino
con hermano, buscas destino
y luchar contra infieles.
Más, no será así tu futuro,
el Destino te esquiva
y te mantiene cautiva
en una celda, con muro.
Es un aviso sucinto
que el cielo envía, Teresa,
es el Cielo, que te besa,
que visita tu recinto.
Y casi con suerte, por chiripa
descubres otra faceta,
la vida como una asceta
que tus reparos disipa.
Te lanzas a la aventura
fervorosa, monacal,
con una fuerza vital
que no tiene tu figura.
Es, sin duda, inoculada
por una fuerza divina
dulce y fuerte que domina
tu voluntad azorada.
Pero tu tesón , tenaz
hace que el camino andes
y con tus pasos, agrandes
tu labor, más eficaz.
Te visitarán visiones
escalofriantes, viles,
que te herirán cual buriles
tallan a tus procesiones.
Otras, más místicas,
portaron a tus escritos
versos como ramitos
de chiribitas artísticas.
Y la vida que elegiste
quiso poner
por modelo
la reforma del Carmelo;
con tu perfección, hiciste.
Más la Iglesia se rebela,
aunque sea de puntillas,
formando algunas capillas
que a tu mente traspapela.
Y te vas, marcas distancia,
dejas solas a tus monjas,
no escuchando las lisonjas
de boca, sabor a rancia.
Y ya no paras Hermana
de fundar más monasterios
diecisiete, cual misterios
de un rosario de semana.
Sólo un juez austero y frío
termina con tus trasiegos
y vuelve tus ojos ciegos,
aquellos con tanto brío.
Solo puede con tu talle,
tu alma seguirá intacta
y en los hombres se refracta
tu vagar de calle en calle.
Para el Concurso de Literatura
V Centenario Santa Teresa de Jesús. Las
universidades Católica de Ávila, San Pablo CEU, Cardenal Herrera CEU, Abat
Oliba CEU, Universidad Católica de Valencia, Francisco de Vitoria y San Jorge
de Zaragoza.
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