sábado, 20 de agosto de 2016

Ambivalencia


A veces, a menudo, se combate
con la terca incomprensión de la memoria
que, se obstina
en poner en el brocal una sordina
sin más razón aleatoria
que meter a uno mismo en un debate.
Caprichosa, conmemora con orgullo,
su poder sobre el talento, si lo hubiere,
y que muestro, reservado, a los míos,
dejando atrás, añejos bríos
que, mi cabeza quiere
escuchar a lo lejos, cual murmullo.
Pero mi voluntad quiere otras cosas;
intenta remover lances antiguos
pegados a la carne juvenil;
pretende respirar un infinito abril
a meses más ambiguos
llenos, quizás,  de errantes prosas. 



Para la X Edición del Certamen Literario, La Pluma del Guirre. Asociación Cultural Alcorac 1968.

Amanecer


Es un espacio natural y flexible de tiempo, en el que la oscuridad abandona su poder y es derrotada por la luz; por la claridad.

Amanecer es un hecho natural que casi pasa inadvertido cotidianamente; es un paso más, académicamente estipulado, correcto, para que el engranaje de este conglomerado que hemos llamado Tierra, nos demuestre que sigue rotando y que, por tanto, seguimos teniendo un trozo más de guita en el que poder bailar, como nuestras anticuadas peonzas...

El amanecer es muy odiado, por quien tiene seguridad. Por quien posee un despertador que le marca, cual martillo pilón, la hora justa de despertase, como un autómata, para acudir a un sitio por lo que le pagan; jurando y perjurando por su suerte; y sin quererse percatar que, en muchas de las persianas que a la misma hora se izan, la meta para ese día es ir a buscar ese tedioso trabajo del que, muchos de los que lo poseen, vituperan...

Amanecer, aún quedan casos, es la transición de una noche solaz y placentera de sueño, circunscribiéndose exclusivamente, al rato en el que, por supuesto desde la cama, se degusta un carísimo café al que le falta estar edulcorado con la garra de quien se lo toma deprisa, porque ese maldito trabajo, le espera. Es el interludio musical, para quienes aunque tengan de todo, no son los sujetos agentes de la Vida.

Son los comparsas adinerados, eso sí, que dan el toque de la extravagancia, qué buena simbiosis de  fonemas, quizá necesaria para componer con más riqueza de colores el "cadaco" que hemos formado con nuestro mundo.

Pero el mismo amanecer es capaz de vestirse con mil disfraces. El amanecer es, por excelencia, el tiempo escogido por la senil mujer de la guadaña para llevarte al huerto; que seguro que no es ni en el que pensamos con cierta guasa, ni el de los Olivos; es otro...por descubrir y del que, hasta ahora, nadie nos ha dicho absolutamente nada.

Amanecer, es esperanza... Levantar los párpados zaheridos por los rayos de un sol descaradamente avasallador, conlleva, en bastantes ocasiones, una mirada a nuestro interior que sirve para dar las gracias de un hecho que a la mayoría de la gente les pasa inadvertido sólo porque se encuentran bien de salud; y es que, a quien le falta ese estado, comprende, perfectamente, que el poseedor del mismo se olvide de que existe la posibilidad de que, un día, a él también se le acabe la famosa guita de nuestras célebres y anticuadas peonzas...siempre se acaba volviendo al mismo sitio...

Amanecer...para quien tiene fe, es algo continuo; permanente.

Es intentar renovar nuestras creencias y principios de una manera natural, a cada instante. No se hace al pie de la letra; es una especie de "Camino de Perfección" que transcurre a lo largo de una vida...de un período...de un rato.

Amanecer es vencer, cortésmente y con una sonrisa, a la anciana dama que, sí o sí, se empeña en visitarnos a esas horas tan intempestivas...

De cuántas maneras se puede amanecer...



Para la X Edición del Certamen Literario, La Pluma del Guirre. Asociación Cultural Alcorac 1968.

Alturas


Los pinos invadían las alturas
menos escarpadas, más compasivas,
dejando a las raíces llamativas,
formar enrevesadas esculturas.

Verterá,  el verde manto, sus tersuras
para solaz control de unas lascivas
y obscenas miradas destructivas
del  Hombre, aficionado a las locuras.

Más, hoy, aún estamos en la era
de seguir la armonía de la vida
sin obrarle excesiva tembladera.

Pero urge implantar en la mollera
las notas de color, ante la huida
de una agudeza, un tanto zoquetera.


Para el VII Certamen Internacional de Sonetos Dolores, 2016. SADE Dolores. (Argentina).

Obertura de la paciencia


(Semana Santa)

Anuncias tu llegada, este año,
recién sobrepasado el mediodía
de un mes, cuya anarquía
puede sonar a verdad o a engaño.
Tu brisa mañanera, es un peldaño
más de una coral, cuya melodía,
troca el sonido de la chirimía,
en tambores con temple tacaño.
Y así se advierte, en el subconsciente,
cornetas quejosas de anunciar al mundo
que por culpa de un pueblo iracundo,
Jesús se presenta en forma oferente.
Pero aún es pronto, aún es naciente
el rito que emite un grito profundo
que enreda el incienso con el nauseabundo
acto, del fin de un inocente.
Curiosamente el allegro, inconsciente,
de tu cuarto movimiento
es, como si a través del viento,
enviara  un soplo de esperanza transparente.
Definitivamente, aún, no atracas;
falta esbozar los últimos reflejos
"atimbalados"; más se oye, a los lejos,
los pasos descalzos sonando a carracas.



Para el XXXVIII Certamen Literario de las Fiestas Populares de Bargas, 2016. (Toledo).

Superfluas ilusiones


La gran fila amenazaba en convertirse en cascada humana en cuanto abrieran las puertas de aquellos grandes almacenes.

El pistoletazo de salida sirvió para que, entre aquellos seres, valiera todo con tal de ser los primeros en llegar al objetivo  previamente marcado. Al final...sólo eran molinos...¿dónde estaban los gigantes guerreros?



Para el I Concurso de Nanocuentos. Quijotadas. Homenaje a Miguel de cervantes en el 400 Aniversario de su Muerte. Ojos Verdes Ediciones.

Paraíso


Cual felino meloso, atraes a unas presas encantadas de representar ese papel; aunque sólo sean figurantes en la obra teatral que, a diario, se escenifica por tus senderos que, generosos, ayudan a descubrir las piedras divinamente talladas en tus acantilados sobre el Mediterráneo cual faros no alumbrados o centinelas que previenen a ese rincón, casi del Olimpo, de ser pasto de la necedad del género humano.


Para el VI Certamen 70 Palabras para el Parque. parquenatural.com

Melancolía


Apretujado en lugar , un tanto expuesto, de la talanquera, Alejo, "Habanero" para su cuadrilla, chupeteaba nervioso el pitillo que no debía fumar, pero que su familia aquellos amaneceres se lo permitía, comprendiendo que sus ochenta años ganaban, pero por poco, a las ganas que Alejo tenía de tirarse al recorrido delante de los astados.

El primer cigarrillo pasó a la historia en un santiamén y, con la maestría no perdida en los últimos años de no hacerlo, rápidamente lo sustituyó por otro entre sus labios.

El tropel del comienzo de la carrera se acercaba a la velocidad vertiginosa que solamente sabe que existe quien, durante décadas, ha estado comandando ese ejército a la carrera y aparentemente anárquico.

Descubre entre los más cercanos a los bravos herbívoros a su nieto, corriendo perfectamente, tal y cómo, durante años, él le había enseñado.

Un par de lágrimas nostálgicas recorrieron las surcadas mejillas de Alejo al pensar si al año siguiente, su nieto y él mismo, podrían seguir disfrutando de esa tradición llena de adrenalina...



Para el XIII  Concurso de Micro-relatos del Encierro de Sanse. A.C. El Encierro. San Sebastián de los Reyes. (Madrid).

A la medida


Un viaje es un concepto relativo; influye, sobremanera, la edad.

Un viaje, excursión alucinante, suponía en mi juventud una buena merienda en la fuente del Encino, en los aledaños de mi querido Logroño. Otro, que repetíamos como si de un algodón de feria se tratara, era ir "haciendo cumbre", por los collados del otro lado de la carretera a Zaragoza; en un raid mezcla de comida campestre y de incursión paramilitar en un casi abandonado polvorín que allí había.

Y el verdadero viaje; el de retorno de aquellas excursiones juveniles; el de la recogida medio de noche; en aquellos viejos, con la perspectiva del tiempo, ferrobuses, que nos devolvían a la realidad después de unas magníficas jornadas, auténticamente reales, vividas en la irrealidad creada por una pandilla de amigos.

En qué quedamos...¿qué es un viaje?


Para el XI Concurso de Relatos de Viajes Moleskin 2016.

Desquite



Hoy resulta incomprensible ocultar el resultado de una batalla más allá de los que un dedo aprieta el botón de un móvil y cuenta lo sucedido. A Ramsés II, hijo de Seti I, le salió bastante bien la jugada, pues los dedos de los escribas, "notarios de la realidad" de aquellos momentos no habían automatizado en su cerebro que, con una operación tan simple, la información se expandía, a velocidad vertiginosa por todo el Imperio Egipcio; el problema fue que ése botón y todo lo que conlleva, tardaría muchos siglos aún en inventarse.

Y para corroborar la gesta, su gesta, mandó edificar una esplendoroso templo que perpetuara en la memoria del tiempo, aquella gran victoria en Kadesh sobre los hititas.

En el gran Templo, pues fueron dos los construidos, en su fachada estaban apostados cuatros guardianes pétreos que no eran ni más ni menos, que la propia representación en piedra del faraón.

Otra civilización, mucho más avanzada, al menos en el transcurrir de los siglos, determinó que en el sitio que se había erigido el monumento a una batalla, ni tan siquiera Pírrica, debía de construirse el aljibe por excelencia que dotara, para siempre al país y a su rey Nilo, del flujo continuo que sirviera para controlar sus crecidas y permitiera, por esa ley de punto óptimo, conseguir la cosecha media para garantizar el alimento a todo un pueblo.

Y cual leva medieval, fueron trasladados los colosos pétreos hasta la altura, perfectamente estudiada, a la que estarían siempre fuera del alcance de la más insospechada crecida de un lago Nasser que nace ya capado de esa posibilidad; la ingeniería soviética diseñó, magníficamente, el gran grifo que alivie al lago si sus aguas suben más del nivel adecuado.
Y un amanecer de diciembre, mientras el sol entraba por la puerta del templo iluminando, como una linterna mágica perfectamente estudiada, las figuras Amón, Ramsés II, y Ra - Horakhit; pues Ptah, remolón, no se deja iluminar, seguramente porque a él le va, mucho más, la oscuridad del inframundo, pues ese amanecer y desde un bajel de los de hoy, me separaba lentamente de aquel templo que, un día antes, cuando lo descubrí, sentí que mi vida sería de otra manera desde aquél mismo momento. No habrá cambiado mucho exteriormente, pero algo, espiritual, terminó por llenarme los espacios que, mi interior, celosamente aún guardaba vacíos.

Los templos que visitamos los siguientes días de crucero, con la importancia que tienen en el contexto histórico de Egipto, no sirvieron para calmar la excitación que Abu Simbel me había provocado.

El barco me separaba, hacia Asuán, con sus potentes máquinas, minuto a minuto, y yo sentía en mi interior una fuerza que se agarraba a una maroma ficticia, como si del juego de la soga se tratara, luchando contra aquellos motores para poder acercarme, poco a poco, al santuario del que, por mor de un itinerario, me separaban.

El lago Nasser, inmenso, actuó del sedante apropiado para combatir el estado en el que, mi mente, se quedó tras la partida de Abu Simbel. Mirar el oleaje de sus aguas pardas desde la amura de estribor del barco imaginando ver la desmesurada cola de los Titanes que, según los lugareños, pueblan esas aguas, fue el pasatiempo que ayudó a que mi cabeza, comprendiera que, quizás, algún día, lejano o no, en esta vida o en otra, volveré a ver, frente a mí, la grandeza y sobre todo la espiritualidad que tus muros irradian...


Para el XI Concurso de Relatos de Viajes Moleskin 2016.

lunes, 8 de agosto de 2016

Aforismos de lo absurdo


La sinrazón de la guerra, convierte en razonable a la paz.

La bala lleva grabado un nombre; si ese día no ha ido..¿se desperdicia?

Si uno no va a al combate, el proyectil a él destinado...¿se recicla?



Para el Concurso Internacional de Aforismos, Encarnación Sánchez Arenas. Playa de Ákaba. Editado en Antología.

Palo con savia


Madera torneada pulcramente
que sustenta a una piel color de rosa
y hace de tí, muñeco, ser humano
la experta maestría de un anciano;
su cincel, que transcribe fina prosa
 y el alma que le puso, realmente.



Para el Certamen Internacional de Poesía, En Homenaje a Pinocho. Centro Cultural Kemkem y Radio La Voz del Quequén.  (Argentina). Séptimo premio. Diploma.

A destiempo


Es curioso que, en primavera,
decidas tú auto inmolarte;
ahora, que el vigor de la vida
inunda tus arterias
y el resto de materias
de savia refluida
tratando de dotarte
de ese licor que altera.
Más el lastre de un invierno
angosto y taciturno
socava la energía,
previsoramente acumulada,
y ve esa fuerza deslavazada
como baldía,
como un sueño nocturno
con cierto atisbo de tierno.
Y el alba trae el rayo reparador
de las heridas del invierno frío;
más no basta que llegue a tiempo;
todo está en su sentir:
si es que aún quieres vivir
o quieres, por pasatiempo,
para siempre el vacío
de unas venas sin licor.



Para el VI Certamen Picapedrero de Poesía, Guión y Micro-relato. La revista La Oca Loca. Centro Penitenciario de Daroca. (Zaragoza).

Perspectiva


La extensa estepa, disputaba aún con los albores de la primavera la primacía, por dibujar de colores o no, los incipientes brotes de unos matojos prestos a despertarse de un letargo invernal largo y tedioso. Los tibios rayos de un sol con precinto aún de meritorio, servían para calentar, someramente, unos tallos aún anquilosados por la falta de vigor de sus entrañas.

Aún, con todo, el lienzo presentado ante mis ojos, despertaba en mi interior los mismos anhelos con que lo hacía en los vástagos bisoños del paisaje.

Retrocedí dos pasos. Todo siguió igual, salvo enrejado. 



Para el VI Certamen Picapedrero de Poesía, Guión y Micro-relato. La revista La Oca Loca. Centro Penitenciario de Daroca. (Zaragoza).

Así eres, amor


Aire fresco
que maleas
                                                     las ideas inocentes                                     
de habituales clientes
cual obleas
en mozalbete grotesco.
Sentimiento;
estado vegetativo,
generoso y divino,
sublime, quizá genuino,
constructivo;
con un comienzo de cuento.
Incomprensible,
desolador, egoísta,
tortuoso, exigente,
devorador de una mente
desprovista
de un fusible
que mitigue en lo posible
al ciego cantor solista,
el estilete hirviente
que se ofrece de sirviente
de amor a primera vista,
apacible.
Cruel, dañino, lujurioso,
fiero, volátil, mezquino,
desdichado, torpe, vago,
enigmático...me embriago
con el dulce sabor a vino
de tu poso.



Para el I Certamen de Poesía La Textulia de Rosenda 2016. (EE.UU.)

Una fecha



El descenso de una temprana oscuridad como corresponde a las fechas navideñas, presagiaba, un día más, largas horas de vigilia para el regimiento entero; los organizados y reglamentarios turnos de guardia; aquella noche, como las precedentes, no pasarían de ser un mero formalismo del ordenamiento castrense. La tensión ante lo que parecía avecinarse no permitían relajarse, ni un instante a aquellos hombres.

Unos cientos de metros más adelante de sus posiciones; en otras trincheras con el mismo detalle preparadas, otras columnas, con otros soldados de uniformes azulados, con las mismas ganas de triunfar y los mismos miedos a morir, chupaban hasta casi morderlos los últimos vestigios de lo que unos segundos antes habían sido cigarrillos. Las colillas, sólo de nombre, dibujaban serpentinas coloradas en su trayecto hasta chocar con el suelo cenagoso debido a un constante trasiego de botas claveteadas.

Las órdenes, en ambos parapetos, eran las mismas; sólo cambiaba el tono al darlas, más o menos áspero, según en el idioma en el que se pronunciaban las palabras.

No nevaba, al menos. La cúpula blanca que durante la noche se formaba, hacía de elemento propagador de la luz de las bengalas, rojas también, en busca de objetivos escondidos por la no luz de la noche, por las tinieblas. Nevando, el campo de batalla parecía poseer en su propiedad una luna llena eterna, casi diurna, bajo la cual, nadie estaba a salvo.

Las latas previstas para una cena de navidad, a pesar de su innovación, relativa, alimentaria, caían al suelo a medio uso; arrojadas, sin el más mínimo interés, por unos soldados a los que aquél alimento, no los suponía más allá que el bocado que llevarse a un estómago que, constantemente, rugía de dolor por la falta del mismo; pero que, en aquellas circunstancias de tensión previa a entrar en combate, todo, incluso el propio alimento, les sobraba.

Los nervios estaban a flor de piel y a los propios mandos les resultaba tarea complicada mantener cierta compostura en ambas facciones; cualquier roce, por banal que pareciera fuera de aquellas circunstancias, hacía saltar por los aires la más férrea disciplina a la que eran sometidos ambos ejércitos.

Aquellos hombres se estaban jugando algo más que su vida. Cuando la necedad del género humano termina en un enfrentamiento armado entre naciones o, lo que es aún mucho peor, entre vecinos del mismo lugar, entran en juego otros muchos factores; de tal forma que la propia vida se prolonga en aras de otros objetivos, normalmente nobles, que superan, en mucho, los de uno mismo; se proyectan y se elevan a cotas verdaderamente solemnes; que afectan a todo un pueblo, que normalmente es lo que se defiende, y elevan a un tono de sublimidad total, el acto por el que se está combatiendo.

Dicho así, parece una novela de caballerías. Y es cierto. Si prescindimos de la parafernalia política que, indefectiblemente, va unida a cada conflicto bélico, nos queda el famoso plato de lentejas por el que Caín mató a su hermano Abel ¿Codicia? ¿Envidia?...¿Hambre?

Los dos primeros términos son injustificables. El tercero, también lo es; pero desde el punto de vista más humano, se hace más comprensible; ya que es una acción para seguir viviendo.

Y todo esto estaba cayendo sobre aquellos contendientes en lugar de la fina o espesa capa de nieve que, por las fechas, hubiera dado un toque más bucólico y, desde luego, familiar, a una noche en la que los pensamientos de los soldados estaban  mucho más ocupados de sus familias que  de las guirnaldas rojizas que, en esos momentos, empezaban a iluminar las tinieblas de la noche invernal, alumbrando, mortecinamente, los campamentos de ambas escuadras beligerantes.

Los toques de corneta de cada lado competían en intensidad y, si se me permite, belleza para fustigar con sus arengas melódicas las voluntades de los soldados a los que iban destinados.

Un galimatías melodioso recorría de lado a lado, como si fuera en estéreo, las diferentes órdenes que aquellos instrumentos sabían transmitir, únicamente, para los suyos.

Y cuando las tropas, nerviosas, predispuestas para el combate un día más, una noche más; aquella noche; apuraban sus últimos cigarrillos, echaban al coleto los últimos lengüetazos de no se sabía qué mezcla de licores de sus petacas; cuando alguno que otro se medio santiguaba a escondidas pensando que aquella noche lo hacía, quizás, por última vez, el más potente clarín jamás creado, el del silencio, aulló por encima de las copas de árboles y bengalas llenando, con su espíritu,  todo el espacio bélico.

Unos momentos de incertidumbre se encargaron de ser los protagonistas durante ese tiempo. Nadie acertaba a saber lo que estaba pasando. Nadie se aventuraba a evaluar una situación, por mor de quedar en ridículo; nadie, de los que estaban allí, podían pensar a esas alturas, en nada que no fuera en la inminente refriega que se avecinaba...unos momentos antes, pensaban únicamente en sus familias.

Los mandos intentaban encontrar y contrastar informaciones llegadas desde los diferentes puntos de aquél, "su" frente. Pero por muchas que llegaban ninguna les servía como la información capaz de desvelas lo que allí estaba pasando... o lo que no había pasado...

El silencio reinaba por todas partes; era el dueño y señor de aquél lugar y de los moradores circunstanciales del mismo. Las voces, primero algarabía humana como corresponde a los momentos inmediatos de la entrada en combate, se había tornado a frases entrecortadas y a media voz que pasaban de boca en boca como temerosas de ser ellas las que por elevar el tono dieran el pistoletazo de salida, al ya monótono y regular intercambio de balas de todos los días y momentos.

El ronco trueno del silencio acaparó la atención de los beligerantes. Las órdenes de los comandantes de puesto y de operaciones poco a poco se diluían en frases que perdían su condición autoritaria en pos de oraciones  gramaticales que, poco antes, habían estado revestidas por la sacralidad de quien las expresa como perdón por sus pecados.

El caos se transmutaba en placentero a fuerza de que el tiempo pasaba y, allí, no ocurría nada; es decir; lo acostumbrado; un vocerío, descarga hemostática, para liberar y a la vez huir, de la irrealidad real de lo que supone luchar para vencer o morir.

Y las cabezas del género humano allí concentrado no estaban programadas para algo que no fuera distinto a guerrear aquella noche. Sus chips, marcaban la acción a seguir una noche más... sólo que esa noche, se habían cortocircuitados.

Descendió mansamente, como lo hace quién se siente dominador absoluto del tiempo y penetró sin pudor por los cuerpos predispuestos a la guerra, apaciguándoles; haciéndose con el control de unas voluntades proclives y hartas  de guerrear una noche más.

Un cabo inglés, según una de las mil anécdotas que surgieron sobre el tema, percibió cómo el silencio entonaba, primero como un susurro, una melodía al principio irreconocible. Poco a poco el mudo coro fue "in crescendo" y la melodía descubrió su canto, transformándose en el que quizá haya sido el más conmovedor "Noche de paz" salido de garganta humana.

La existencia de Dios, se justifica, a sí misma, en estos momentos.

Un escolanía de curtidas voces partió de la trinchera del otro lado, que se fue despoblando poco a poco pues sus habitantes saltaron fuera de ella compitiendo, en sana reyerta, con los que simultáneamente trepaban sus parapetos desde el otro lado, cantado al raso otros villancicos.

La extraordinaria coral hizo su debut en una noche de un diciembre de 1914 y en un escenario nada proclive para entonar cantos de paz.

¡Cuántas noches de esas llamadas "de Paz", se han desperdiciado desde entonces!...

Años después, y sobre esto los libros de historia procuran callarlo, quizá porque en el fondo son sólo "pequeñas historias", en una guerra mucho más cercana a nosotros y más cruenta pues aquí fue fratricida, en una preciosa sierra cercana a Madrid, los contendientes de ambos bandos cantaron otro "Noche de Paz"...pero esta vez, en el mismo idioma...Lo vivió mi padre.

Quizás sea el momento propicio, siempre lo debería de ser, para volver a seducir ahora, en estos tiempos que corren para una España que se desangra, con un "Noche de Paz", al que se le una "El Rabadá", mientras afinan, otras gargantas, "Gabonak gabon", "Pola media noite", y mientras, a la vez, los "Peces en el río" peinan a la Virgen con peines de plata que sirvan para socorrer al Niño que está en la puerta tiritando de frio.

¿Seríamos capaces de armonizar nuestras voces y cantar, todos a una, la canción, de trabajo y paz,  que España nos demanda?

La nieve cae suavemente envolviendo los deseos de un trasnochado guionista de la vida.


Para el III Certamen Ángeles Palazón González, Cuentos de Navidad.