sábado, 21 de mayo de 2016

Encuentro


En una esquina de una tasca de las postrimerías del siglo XVI, con pretensiones de subir de categoría por la fama que habían cogido los caldos allí servidos, una figura se debatía, cual fantasma en la pared, animado por las oscilaciones de una lamparilla que servía no sólo para que la jarra atinara en los viajes hacia su boca, sino para poder entrever  los definidos grafemas que iba plasmando en el raído papel que se extendía sobre la tosca mesa.

La pluma volaba con la certeza del dardo que se dirige, firme, al centro de la diana. De vez en cuando, levantaba la cabeza y su mirada al vacío, distraída, como para ordenar las ideas que se le amontonaban en la cabeza.

Una embozada silueta le observaba apoyada sobre una rústica columna del tugurio.

El caballero manco, en voz alta, como para dar la aprobación a la frase que se le acababa de venir a la cabeza dijo: "Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces". La figura mal acomodada en la columna, contestó: "Ser o no ser, ésa es la cuestión..."

Cual autómatas ambos hombres se encararon mientras uno a otro se gritaban: ¡Cervantes! ¡Shakespeare!.


Para el III Concurso de Micro-relatos Concurso Adultos e Infantil, Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda. (Valladolid).

Dos Haikus


Con el bisturí
liberalicé a la luz
de sus tinieblas.

Policromía
dan los pinos sorianos
a nuestra Pascua.


Para el I Concurso de Haikus, Ayuntamiento de Arroyo de la Encomienda. (Valladolid).

Jeringazo


No soy doctor que recete,
boli en ristre,
inyección en el "culete",
queda como un poco triste;
más, si no es un  mozalbete
que la nalga apriete
cuando la aguja aviste.

Pero no es cosa de chiste;
el esbozo de cohete,
es un Miura que embiste
con dos pitones "del siete"
que, ante cualquier despiste
cuando, apenas, te volviste,
¡zas! ensartado está el ariete.

Más es seguro billete,
pues así la salud persiste
si el enemigo arremete
y, por despiste, tosiste;
¡so zoquete!
ahora, aunque te inquiete;
haz un esfuerzo y ¡resiste!


Para el II Concurso de Literatura Breve Dirigido a la Infancia. Asociación de Vecinos San José. Logroño. (La Rioja).

Canto de juventud


Un ruiseñor gorjeaba con su atiplada voz anunciando el amanecer del día de una primavera remolona en sus quehaceres.

El sol, medianamente tibio, calentaba, a duras penas, el plumaje del pajarillo; permitiéndole con su generosidad, tomar las suficientes energías para proclamar a los cuatro vientos su juventud; y, de paso, recordar a los merodeadores, que la tierna y presumidilla pajarita que se asomaba al extremo de una rama, densamente poblada de hojas, de la acacia mimosa que se erguía frente a él, respondía a sus requiebros, en un juego, rayando el arte, que se repetía,  instintivamente,  durante generaciones.

El joven ruiseñor voló solícito a la rama de la coqueta avecilla; ésta le miró con un atrevido gesto de aprobación y ambos se adentraron hacia lo más interno de aquella espesura, dejando a un mochuelo mirón, con los enormes ojos saliéndose de las órbitas mientras daba respingos espasmódicos con su cabeza, excitado por no poder ser testigo del cortejo que iba a suceder en la intimidad del follaje.


Para el 10° Certamen Internacional de Relato Hiperbreve Universidad Popular de Talarrubias.


Cáncer


¡Ahí le duele! Nunca mejor empleado el término; aunque no siempre es exacto; la coña, cual estrambote satírico, es que normalmente te enteras porque el enemigo no ha tocado los clarines poniendo sobre el tapete del campo de batalla su táctica de combate. No ha avisado, el muy simpático.

Superado el bofetón; es decir; aferrándonos al dicho: "virgencita que me quede como estaba"...hay que tomárselo con humor; siempre y cuando te den las mínimas esperanzas para ello. Cada cual es cada cual y sus circunstancias...distintas.

Pero en esta vida, perra por naturaleza; mejor dicho, porque la naturaleza humana se empeña en hacerla perra, un cierto sentido conformista es adecuadamente bueno. Me refiero al conformismo de que el "bicho" te ha picado; otra cosa es que una vez sentida la picazón del "insecto", no te rasques. Eso es otra cosa.

La fe, dicen que mueve montañas. Mi "Picu", particular, lo mueve cual semáforo loco de la M-30; aparecen y desaparecen los abalorios diseminados por mi organismo con la facilidad y el misterio, de ese mismo, el cuarto o quinto del rosario y de los llamados Dolorosos; de Gozosos...más bien poco. Pero es Fe y me la creo; y ayuda ¡Vaya que sí ayuda!

La coña marinera entronca mucho con el saber del pueblo patrio que queda expresada en sus tesis doctorales llamadas refranes. Y uno se agarra al que mejor le conviene para resolver o justificar sus diferentes situaciones a lo largo de su, siempre, corta existencia.

Aunque también hay "peros".  Juvenal sentó una máxima que se ha extendido como la pólvora. Y es su famosa frase: "Mens sana in corpore sano". Pues bien; yo aseguro que mi "Mens" estaba sanísima; casi, casi hiperventilaba de lo sana que se encontraba y, en cambio, a mi cuerpo le dio por ponerse altamente pachucho. ¡Ay, Juvenal, qué ojo tuviste! Que no era nada lo del ojo...y lo llevaba en la mano.

Y si tienes suerte, que para todo en la vida hay que tenerla, te medio curas. Y ese medio, es fantástico. En un caso que conozco el médico le dijo, al nunca mejor llamado paciente, que no había remedio. Y se quedó tan ancho. No pongo en duda su profesionalidad, Dios me libre, pero sí su "ojo clínico"; lo cual le agradecerá de por vida el susodicho. Tan tajante fue como fácil, afortunadamente, la solución. En cuarenta y ocho horas estaba operado y...con un cierto atisbo, tras siete horas de intervención, de seguir contándolo.

Hay que decir que el interfecto, de las siete horas...¡ni pun!

Y más tarde, muchos meses más tarde y tras varias visitas a un apartamento, sin vistas al mar, en el sótano de un hospital y que con cierta guasa y mejor talante, el "Divino impaciente", asemejaba aquellas citas con los ejercicios espirituales de su adolescencia. Eso sí; con la más alta tecnología del momento en una mano, llamado móvil, y el correspondiente portátil conectado a internet que hacía de aquellas jornadas de recogimiento momentos mucho más de pitanzas de aquellos otros, un tanto oscurantistas, del pasado.

Más la "dicha dura poco en casa del pobre"...y cuando todo el mundo estaba contento con esos encuentros anuales, un aparatito descubrió que no habían servido de nada desde el principio, ¡cachis! Y, una vez más, la medicina tuvo que redescubrirse a sí misma, indagando qué tipo de "remedio" sería el menos malo para curar, es un decir, a aquél pobre hombre.

Y la grandeza de la vida, disfrazada de batas blancas, hace que siempre haya ganas de luchar por ti; incluso cuando tú te encuentras, tras los fracasos, en la luna de Valencia. Y te proponen experimentar. Y tú lo aceptas cual clavo ardiendo.

En un primer momento de la enfermedad te dicen que del tipo de cáncer que padeces "no se muere nadie"¡Bien! Eso está bien porque para el primer shock.

Pero eso fue al principio. En el momento de la narración, al individuo, que después de unos meses de experimentación, llega a la consulta hecho unos zorros, le comentan que "a veces es peor el remedio que la enfermedad"; expresión que no hacía falta que se la dijeran pues él ya llevaba varias semanas convencido de lo mismo.

Y deciden bajarle la dosis al entresuelo; quiero decir a la mitad, anunciando que los pocos datos que hay registrados dan pocas posibilidades a la eficacia del fármaco. Y tiras para adelante sin solución; no científica, sino porque no queda más remedio.

Tras unos meses, te llega la noticia, vía chivatazo, de que has estado a punto de "palmarla". ¡Vamos que los más optimistas te daban tres mesecitos!

"Hace más de un año ya...", cantaba Serrat en mi juventud....y ya van para los ocho años de aquél pronóstico que nunca llegó, de una manera directa, a mis oídos.

Me levanto todas las mañanas riéndome de mí mismo; sin duda la mejor terapia para la vida y, por ende, la mejor táctica contra la enfermedad. Recomiendo, encarecidamente, cierta dosis de fe; con altibajos, como Dios manda, sino seríamos perfectos. Y humor. Mucho humor. A la muerte, que vendrá como a cualquier mortal sano, hay que mirarla de frente, sin temor pues es una amiga que sabes que terminará por venirte a visitar desde el mismo momento que naces; y hay que recibirla sonriendo y mirándola fijamente a los ojos con una expresión que la diga que sabes que ha llegado tu hora y que, como la ordenanza militar manda, la esperas en "el primer tiempo del saludo"...

Y  todo lo anteriormente dicho, no quiere decir que uno no tenga muchas ganas de vivir. "A mal tiempo buena cara" ¡Faltaría más!


Para el 2° Concurso Internacional de Relatos Humorísticos, Alberto Cognigni. Festival Pensar con Humor - Agencia Córdoba Cultura. (Argentina).

Viejo lobo


El viejo marinero, canturreaba
una canción con regusto a guayaba.

El ron que había metido en su organismo
llenaba el corazón de un optimismo
que no iba más allá de un espejismo,
disfrazando su ordinario mutismo.

La mar, enarbolada, le servía
de agregado seguro, de vigía.

El marinero viejo, se arropaba
evitando un intensivo bautismo
de aquél agua, rayano a la lejía.


Para el V Certamen Poético Internacional Rima Jotabé.

viernes, 20 de mayo de 2016

Pasaje


Artístico entramado
de calles rectilíneas,
con rincones quebrados
por amores, acaso censurados
por vísceras carmíneas
de corazón taimado.

Laberinto inacabado,
hecho con tiralíneas,
blanco impoluto, suelos bragados,
concatenados
con colgaduras níveas
como esos muros a cada lado.

Construcción cúbica; estado
de unas mentes mixtilíneas;
al fondo, los cielos, devorados
por esbeltos tapices coloreados
en tonos blancos de aerolíneas
que huelen a pasado.


Para el III Certamen Literario de Poesía y Relato Corto, El Rincón del Arte Haiku-San. Asociación Halcones de la Amistad. Madrid.

Decepción


La rosa te vio pasar y aturdida, bajó su manto rubí al darse cuenta de que tu mirada era para otra rosa, mantilla blanca, ribeteada color champán.


Para el IV Premio de Micro-relatos Manuel J. Peláez. Colectivo Manuel J. Peláez. Zafra. (Badajoz).

Jubilarse


Estás activo. Tu vida transcurre, más o menos, como la de cualquier mortal del mundo que hemos dado en llamar civilizado o, más concretamente, Occidental.

Tienes los mismos defectos y virtudes que el resto de la Humanidad; de esa , la occidental; mejorados un poco, si eres poseedor de una pequeña luminaria que los creyentes llamamos fe.

Y todo marcha  del modo preestablecido por la sociedad en la que has dado en nacer. Compites con el de al lado por ser mejor persona que él; mientras tu prójimo, adversario, trata de ponerte la zancadilla cada dos por tres; sólo que él lo hace por estar por encima de ti en el escalafón de la empresa, que es lo que mola. Y lo peor, lo más triste, es que realmente es lo que se valora en la vida; vales más cuanto más "cabroncete" te portas con el de al lado.

Los avatares de la vida; de esta vida que no deja de ser un Valle de Lágrimas, hace que te tengas que jubilar por un ERE con el que tú no contabas, aunque supieras que le puede tocar a cualquiera; salvo que este ERE es más serio; te va en ello la vida. Y cuando más a gusto estás desarrollando tu trabajo; cargado de experiencia y sosegada tu vida por mor de que los años  te han ido creando un poso que acrecienta la confianza en  tu manera de ver la vida; te dicen que lo dejes; que ya está bien; que te retires a tus cuarteles con la bandera  enrollada y enfundada; lo que se conoce, militarmente hablando, como una retirada en toda la regla; sin posibilidad de luchar.

Y entras en un mundo desconocido, ajeno a lo que presuponías que podía ser tu jubilación por el conducto reglamentario. Y te dicen que eres joven; que dentro de la desgracia de la enfermedad, puedes "ir tirando" ¡caray con el eufemismo! y que como eres una persona con muchas aficiones, la vida cotidiana se te hará más llevadera...Y vas y te lo creer, porque necesitas que sea así.

Es cierto. Tienes una época en la que el picoteo de los diferentes "hobbys" sirve para acortar, sorprendentemente, los días. Entras en una dinámica, totalmente atípica, en la que te conformas con eso; no pensar. Dicen que es una de las mejores terapias en esos casos.

Pero el calendario sigue derramando hojas de una manera indecente, cual espada de Damocles, sobre tu organismo; y resulta que eso es bueno, porque indica que sigues viviendo...porque eso es vivir...

Cuando el almanaque que, de momento,  sigue sin cansarse de soltar días sobre ti, te da un ligero respiro para pensar, te das cuenta de que la monotonía se ha adueñado de tu ser; ha asaltado tu bastión a la chita callando; como un enemigo poco noble; de la misma manera que , esta vez un bicho, te ha ido invadiendo, lentamente,  desde tiempo atrás.

Y la persona, antes activa, la que por una cadena de mando genética, ostentaba, orgullosa, el estandarte familiar, pasa a ser, el chico de los recados, sin el menor atisbo de menosprecio hacia los auténticos ostentadores del cargo, de esa familia.

No hablo de que se le deje de cuidar ni de querer, no. Pero cuando las aguas parece que han vuelto a su cauce, lo que no entiendo, si no se ha restituido tu actividad y vida anterior al plano en el que se estaba, que el entorno y uno mismo se relajen.

Es como los cinco primero minutos en un vestuario después de un partido. Silencio y serenarse; se haya ganado o perdido...nada importa más que la calma.

Y la relajación trae el tedio...Se entra en una espiral, en un laberinto, en el que deambulas intentando ser el que eras; el de siempre; siendo consciente, porque nadie se conoce mejor a sí mismo que cada uno, de que estás viviendo una vida irreal; de cara a la galería; no ya por no dar compasión...que tampoco es tan malo, sino porque te han enseñado desde pequeño que tienes que luchar en la vida. Y eso hacemos; pero como los boxeadores tocados: brazos convertidos en  aspas de molinos, antes de derrumbarse, cuan largos son, somos, sobre la lona... de la vida.

Y no te quejas. Lo asumes. Los principios cristianos que te han infundido, sirven para aferrarte a la esperanza; esperanza mucho más divina, es decir, del Más Allá, que terrena, de hoy para mañana.

Tus fundamentos lo que hacen, sin querer, es complicarte más aún la vida: saben que tienen que hacerte luchar con positivismo mientras un subconsciente, bastante puñetero, te va tocando las narices permanentemente mientras sientes la fina e hiriente punta de la particular Tizona de cada uno, sobre el cuero cabelludo.

La estampa no está mal para un relato. La pena es que éste se escribe experimentado lo que cuenta, lo que expresa o intenta expresar.

Si te callas, das la sensación de que estás bien; de que no pasa nada. La vida sigue.

Si te quejas o, simplemente, lo dices que, igualmente es una medida terapéutica, te recomiendan un profesional para que te ayude. Y si te niegas, porque razonadamente crees que no lo necesitas, te tachan de intransigente y cabezota;  y, al final, te dejan a tu libre albedrío, dentro de un orden, porque de esa manera, los que están alrededor, pueden y deben seguir construyendo sus vidas. Es decir; es jorobado el tenerte que jubilar por enfermedad y no sólo por el hecho mismo en sí, sino porque te retiras  de una manera antinatural que aún no hemos sabido asumir.

La verdad es que digerir una más o menos cercana muerte, es difícil; por más que el ser humano debiera de estar preparado para ello desde el mismo momento de nacer. Para unos será la meta final y para otros un mero tránsito, doloroso, pero importantísimo.

En fin...jubilarse por decreto, vale si el dictamen va en función de  la fecha de nacimiento; si es porque empieza a caducar tu vida...mal asunto.


Para el VIII Certamen de Relatos Cortos, María Teresa Rodríguez.  Lar Gallego de Sevilla.

Perlas sedosas


En la nocturnidad de lo absoluto
trabajas sin descanso, sin reposo,
trenzando, en un trabajo muy costoso
la arquitectura mágica, tributo,
a la tenaz paciencia y, cuyo fruto,
al estilo de un grano asaz sabroso
gravita del tallo pulcro y sedoso,
o bola de Noel, casi de luto.

Sólo las lamparillas de un planeta,
aclaran la ceguera de la noche
en un mar estrellado  sin reproche,
donde yace el soldado, tras retreta;
es la triste canción para un poeta
petulante, osado, quizás fantoche,
intentando plasmar, vano derroche,
 lo que el crepúsculo, en su abrazo, aprieta.

Y cual guirnaldas de fiesta vecinal
encendéis y apagáis  vuestras candelas
en claro coqueteo con las rielas
de la negra y oscura tiniebla estival;
y en tu quehacer diario, casi claustral,
entretejes los hilos como telas
de araña, que transcriben sus novelas
con caracteres de aurora boreal. 


Para el III Certamen Internacional Umbral de la Poesía en Valladolid. Asociación Cultural Habla, Excmo. Ayuntamiento de Valladolid, el Norte de Castilla y Editorial PiEdiciones. Valladolid.

Mariposa


Aleteaba, sin sentido aparente, el lepidóptero, entre los cañaverales de un diminuto curso de agua con pretensiones de regato, exhibiendo los dibujos que, sobre su casaca multicolor, asemejaban la más fina escritura china de finos y elegantes trazos.

La mañana, de una radiante y ya calurosa primavera, se prestaba a la actividad principal del bello insecto. Buscar entre el entramado carrizal, el lugar idóneo para depositar la ingente carga que , desde su abdomen, tiraba de ella , como si de un imán se tratara; teniendo que hacer un ímprobo esfuerzo para conseguir esbozar su característico zigzagueo por el "cielo" del microscópico torrente.

El sol hacía platear su indumentaria de manera provocativa; asemejándola a un farolillo navideño al ritmo un semáforo.

La atractiva mariposa, mientras volaba ensimismada en su quehacer primordial buscando ese emplazamiento adecuado, pensaba en el poco tiempo que disponía para tal efecto; ya que era consciente de la brevedad de su existencia.

Describió un amplio arco en su vuelo anárquico y se tiró , más o menos, en picado al descubrir lo que ella pensó que sería el rincón ideal para depositar a sus descendientes.

Algo parecido a un "¡slap!" intuyó  oír. No recordó nada más.

La rechoncha rana, un buen rato después, seguía relamiéndose de gusto, por el manjar que había logrado llevarse a la boca aquella mañana de una ya calurosa primavera.


Para el V Concurso de Relato Hiperbreve, El Sauzal 2016. Ilustre Ayuntamiento de El Sauzal. (Santa Cruz de Tenerife).

Soñador



Caminaba ensimismado en sus ideas más profundas, haciendo su subconsciente el trabajo gratuitamente ante la falta de interés que ponía el dueño de sus pensamientos; y lo hacía con el automatismo de quien tiene grabado el itinerario, siempre el mismo, del paseo matutino.

La senda jalonada por  geométricos jardines llevaba, paso a paso, a la zona más salvaje de aquél maravilloso jardín. Allí, los pensamientos podían vagar libremente, sin el encorsetamiento que la etiqueta social de la época imponía.

Y sin solución posible, éstos siempre iban enfocados hacia el mismo tema: Eloísa.

Era la tortura que llenaba su ser y a la vez el ángel que le seguía manteniendo, en esta vida, con cierta dignidad. Una y otra vez pensaba en ella. Recreaba los momentos que había podido robar a las miradas indiscretas de las amigas y, en un aparte, coger sus manos entre las suyas y mantenerlas suave y tiernamente presionadas tratándole de insuflar parte de la pasión que le rebosaba.

Eran retazos; acciones a salto de mata que había podido ir reuniendo a lo largo de dos  años de trato; y que remendados a su antojo, hacía que pareciera que aquello fuera una relación natural.

Las adelfas en flor emanaban su dulzona fragancia. El subconsciente le despertó de golpe; le advertía que habían llegado a su destino.

El lugar, oval, estaba firmemente resguardado por árboles centenarios que asemejaban a un ejército colosal y añejo. El centro lo dominaba un pequeño estanque; en medio del cual surgía una fuente que lanzaba al aire un chorro de agua cristalina y vaporizada. En el fondo se encontraba el banco de piedra, asiento de compañía de tantas mañanas.

Era su lugar de retiro particular; donde daba rienda suelta a sus reflexiones y donde el retrato de Eloísa, parecía recobrar una inusitada energía. Él sólo podía entornar los ojos y creer que los labios de aquella mujer, rozaban los suyos.
La extraña sensación de realidad de la escena le hicieron entreabrir los ojos y un exuberante sudor afloró por todo su ser. Aquellos ojos verdes grandes, inmensos le miraban,  mientras unos labios finos y delgados correspondían a los suyos.

Miró hacía el cielo guiñando un ojo a la Alturas y comprobó que el árbol que protegía aquél encuentro era un hermoso almendro en flor.


Para el II Concurso de Relatos Romántico-Eróticos, Recuerdo Incorruptible. Grupo Carpa de Sueños.

sábado, 7 de mayo de 2016

Esperanza inmediata


La ciudad  espera
con ansia lujuriosa
a la nube negra, lluviosa
que, cual manguera,
derrame presurosa
su bebida acuosa
que rebaje, austera,
la asfixia  bochornosa
que describe esta prosa
de una tarde severa,
en una ciudad...cualquiera.


Para el Concurso Internacional de Poesía y Cuento, 2016. Revista Hispanoamericana El Parnaso del Nuevo Mundo.  (Perú).

Un clarín


El frío, tradicional de estas fechas, latitudes y evento, se filtraba cual soldado especializado, por entre los pliegues de las generosas prendas de abrigo con que,  los allí presentes, se habían pertrechado en una previsión casi genética, transmitida de padres a hijos. Era marzo; y ese mes no se tomaba a broma. La luna, en su capricho estelar, marca cada año al elegir  su cubierta plateada más intensa, la Semana Santa.

La frigidez del oscuro ocaso, rivalizaba por un lado, con las tinieblas legendarias, y no por ello menos históricas, con las que Cristo se despidió del mundo terrestre; por otro envolvía con un halo, aún mayor, de misterio al ambiente ya formado, de una manera natural, ante la expectación y curiosidad de lo que unas cornetas, relativamente cercanas, dejarían vislumbrar en unos momentos tras la curva cerrada de la angosta callejuela, por la que se antojaba, a los allí presentes, incapaz de albergar en su seno, la más pequeña carroza  portadora de la figura del crucificado.

Y en esta tierra austera, claramente definida por su clima, el silencio impera por todos los rincones de una ciudad que vive de cara a sus imágenes policromadas más allá, como presumo que ocurre en todos los rincones de esta piel de toro, de las propias creencias religiosas; lo que seguramente sea el verdadero triunfo de la religión: no soy cristiano o lo soy a mi manera, pero llevo tus andas o te acompaño camino del calvario con el mismo dolor y respeto como si fuera un auténtico y ejemplar cristiano.

La cantidad de gente apostada en aquella curva estratégica, corroboraba los pensamientos de un contador de historias que intentan, torpemente, describir lo que sus ojos percibían y sus torpes dedos, quizá por el frío reinante, eran incapaces de plasmar en un diminuto cuaderno en el que garabateaba, el plumilla, sin parar.

El estandarte guía asomaba, con la humildad debida como si de un juego del escondite se tratara,  de la piedra berroqueña de la que estaba hecha la casa de la esquina; era un guiño a los allí presentes, anunciador de todo lo que venía tras de ella.

Unos tambores, malamente destemplados, servían del acorde preciso para que la comitiva conservara la homogeneidad que requieren tales manifestaciones.

Un largo quejido, parido de un clarín, anunciaba con desgana y amargura la tragedia escenificada en aquél trono de otras latitudes; paso en la Castilla milenaria.

Y cual cortejo real de otros tiempos, terminó de girar la comitiva por completo aquella curva , hasta entonces reservada; para mostrar a los ojos de las personas amparadas contra las paredes frías de los bajos edificios,  el esplendor, en todas sus manifestaciones, de la extraña belleza con que se representa el acto más inhumano de la historia, revivido en unas figuras huecas de madera, que representan la más sutil y hermosa imaginería existente.

Contradicción que entrelaza y dulcifica un momento trágico con el sentir de las gentes de dos mil y pico años después...

El creyente, verá al hijo de Dios escarnecido hasta la muerte, en una cruz que es un poco nuestra y  dual, personal y comunitaria; cada cual vivirá su Semana Santa, no sólo de acuerdo a la formación recibida, sino al "modo de vivirla" que tenga su comunidad.

Y turistas agnósticos, creyente lugareños, mirones que se paraban al pasar por mera curiosidad; indefinidos, los seres más prolíficos, de cualquier lugar; todos, sin excepción, no pudieron por menos de quedarse hipnotizados ante la expresión, mezcla del horror sufrido y de la serenidad que otorga la misión cumplida, cuando aquél Cristo, desafió la protección del edificio y salió, a calle descubierta, dispuesto a ser vituperado, una vez más, por los sayones atemporales de la historia escondidos entre las sombras de la noche, o a  ser el destinatario de los que imploraban perdón con sencillez, al fulgor de una farola cuya mortecina luz, agravaba aún más si cabe, la dramaturgia de la escena allí representada.

Unos pasos, derrotados  por el tiempo de la procesión, recobraban a bocanadas, las energías suficientes para arrostrar con dignidad aquella última pendiente , cual tercera caída, que les llevaría, sin remisión, hasta el templo de acogida en el que el Crucificado, esperaría otro antojo lunar para volver a aparecer, como había hecho durante siglos,  por las austeras calles de aquella fría ciudad castellana.


Para el Concurso Internacional de Poesía y Cuento, 2016. Revista Hispanoamericana El Parnaso del Nuevo Mundo.  (Perú). 

En la diferencia está la igualdad


El abuelo le regala un balón, eso sí, de reglamento para que el chico aprenda pronto el rol que una sociedad ancestral, trata de transmitir, incluso en los propios genes, de una manera calculada.

La abuela, consustancial con lo mamado y transmitido a través de muchas generaciones, se acerca hasta su butaca favorita y ayuda a su nieta a trepar hasta su regazo; y, entre carantoñas y zalamerías mutuas, le entrega un coqueto paquetito que, incluso envuelto, desvela de antemano su contenido; una hermosa muñeca rubia de ojos azules que, por mucho que lo intente, no puede competir con la belleza de su nieta. Naturalmente, el conjunto que sus propias manos han tejido durante muchos días anteriores para ambos nietos han sido confeccionados en los colores tradicionalmente al uso: azul y rosa.

Y hasta ahí, la tradición. Una tradición exenta de ninguna connotación por sí misma; al menos malintencionada. Y es ahí donde los mellizos, que no gemelos, nacidos en un mismo momento; con una misma raíz, comienzan a tener sus propias vida; vivencias que experimentarán de distintas maneras.

¿Tienen que ver algo el rosa y el azul? No deberían. Al final son colores estereotipados para esos momentos de las vidas de unos niños.  Los padres sí que pueden querer indicar algo con los colores; pero no necesariamente.

Lo verdaderamente importante es el tipo de educación, formación humana, que los progenitores estén dispuestos a dar a sus vástagos o que quieran impartir; que no tienen por qué ser convergentes ambas aspiraciones.

El niño seguirá siendo un niño que con su formación, integral, irá consumiendo etapas de su adolescencia que le permitirán formarse como hombre más allá de lo que la propia naturaleza le dará por razón biológica.
Y a la niña la ocurrirá lo mismo; culminando con éxito esas mismas etapas que derivarán en una formación única y estrictamente personal por el mero hecho de ser lo que es: mujer; ni más...ni menos.

Y esa formación en valores morales, trascendentes, que por una parte los padres, en mayor medida, y por otra los profesores que intervendrán en sus adiestramientos respectivos, es lo que realmente determinará que uno no sea diferente al otro más que biológicamente; y es en ese punto donde mejor se puede refrendar la igualdad. Justo desde la diversidad biológica. La mente, con la parte asimilada por la propia morfología de cada cual, se abrirá camino a través de los planteamientos filosóficos, históricos, éticos y, desde luego, religiosos, creando un ser universal, con las mismas aptitudes ante todas las ocupaciones de la vida. Esto no quiere decir que ambos  sexos sean iguales; esto es imposible desde el punto de vista fisiológico, embrionario; pero tendrán una idea cultural enriquecida y podrán mirarse a los ojos sabiendo que, siendo distintos, son iguales.

Aquellos mellizos, hoy abuelos, van a casa de sus hijos. Es el cumpleaños de sus nietos, casualmente, tercera generación de mellizos. En la bolsa de unos conocidos grandes almacenes, yacen juntos, al lado uno del otro, un sofisticado balón y una estilizada muñeca. Intercambian una mirada inteligente y sonríen en recuerdo de todas las enseñanzas recibidas durante sus vidas, al respecto.


Para el II Concurso de Literatura Comarca de Níjar. (Almería).