Me
pedís que os relate , en quince líneas, una historia construida con las
letras y que el bombo que, a la vez, es
mi cabeza, las de vueltas y revueltas, las derrame y ¡oh, sorpresa!, por el
orden de salida van dispuestas, expresando con soltura la grandeza de escribir,
por un hombre, un texto que refleje un
pensamiento y, además, ese texto esté bien hecho...
Sugerimos
al cerebro una idea, tras pensarla con respeto y con cariño; o nos da, cual
sopapo en las neuronas, cualquier idea de una musa peregrina. ¡Así sea!.
Planteamos el esquema del escrito, intercambiando, con frecuencia, las palabras
como puzzle de una mosaico bizantino.
Corregimos,
desdecimos, , apuntamos, escribimos y borramos; maldecimos, sonreímos,
¡mascullamos!. Nos lanzamos a tumba abierta. Nos paramos. Y seguimos
arrastrando el bolígrafo por el folio persiguiendo una quimera que nos dijo un
anuncio; de escribir un pensamiento en
quince líneas; al estilo que le impuso Violante para hacer un soneto a don
Lope. Y, contando, me doy cuenta que al
final completé mis quince líneas.
Para el
Concurso Internacional de Cuento, Microrrelato y Poesía, 2014.
Argentina.