jueves, 7 de abril de 2016

Oro interior


Caminaban dos pollinos, a pares, como "civiles", cavilando si eran rucios equinos, o si serían gentiles alazanes nobles, que al compás de pasodobles, recorrían los caminos.

Se cruzaron con un potro enjaezado hasta el rabo; más pinturero que cualquier otro caballo; ¡rediez! era como un guayabo.

La acalorada disputa, de nuestro dúo de onagros,  fue de pronto disoluta, pues no cabían milagros; una cosa eran rocines, esos de los paladines, y otra muy distinta era aquella pareja extraña, tasajos en salmuera; cada cual una alimaña.

Mas la leyenda, oportuna, se trasmitía obsesiva; era como una vacuna en una sutil trastienda que la historia nunca archiva. Y así, los dos animosos pencos, recorrían las veredas versando sobre sus fuentes; sus "adeenes", sus genes, maldiciéndose entre dientes.

Y la crónica, demuestra, la nobleza de los burros junto a su fiel terquedad; jamás se piran del curro y carecen de maldad.


Para el I Concurso de Prosa Poética, Ojos Verdes Ediciones.

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