Giró la cabeza, lentamente, barriendo con sus ojos la
habitación hasta depositar su mirada en aquella cama que, tan sólo hacía un
momento, le había servido para creerse
feliz.
Sus chillonas sábanas naranjas, daban un toque de esteticismo
modernista, totalmente fuera de lugar en ese entorno.
Entre ellas, algún solitario, buscaba ternura por decreto en
los brazos de alguna mujer de la vida, mientras soñaba con situaciones de amor
real.
Pues al cerrar los ojos, en su cabeza se podía imaginar que
se encontraba en el escenario que a él le apeteciera y eso le bastaba. No
aspiraba a más.
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