jueves, 11 de diciembre de 2014

Sueños


Y la paloma, herida más en su orgullo que en su propia ala, permanecía aletargada en aquella especie de hornacina, dentro de un campanario huérfano de nombre, sin utilidad, pues se la había llevado un obús por delante, conservando enrollado aún en su pata, el mensaje que su amo, un soldado israelí, le dedicaba a una niña moruna de grandes ojos verdes, palestina; donde le explicaba en qué punto deberían encontrarse los dos.
Una alarma aérea cortó la noche y un millón y medio de sueños a la vez...



Presentado al IV Premio Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra, 2014.

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