lunes, 5 de enero de 2015

Tata



Nacer negro, sin peyorativo, en África, debería de ser lo normal; y, en el caso de Mandela y otros muchos, resulto ser un fastidio para los mandatarios de aquél país, "blancos", con peyorativos.
Y se alzó; no sólo luchando, sino con la palabra. El único arma capaz de derrotar por el convencimiento y convertir al enemigo en amigo; o por lo menos, en un contrincante dialéctico.

Del Nelson, de niño, evolucionó a Dalibhunga, Madiba, Khulu o Tata, abuelo. Su canoso pelo le acompaño a recoger el Nobel de la Paz. Comprendió, muy pronto, el único camino: entenderse con el "blanco".



Para la IV Edición del Premio Internacional de Microrrelatos “Fundación César Egido Serrano". "Museo de la Palabra".

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