Nacer negro, sin peyorativo, en África, debería de ser lo
normal; y, en el caso de Mandela y otros muchos, resulto ser un fastidio para
los mandatarios de aquél país, "blancos", con peyorativos.
Y se alzó; no sólo luchando, sino con la palabra. El único
arma capaz de derrotar por el convencimiento y convertir al enemigo en amigo; o
por lo menos, en un contrincante dialéctico.
Del Nelson, de niño, evolucionó a Dalibhunga, Madiba, Khulu o Tata, abuelo. Su canoso pelo le acompaño a
recoger el Nobel de la Paz. Comprendió, muy pronto, el único camino: entenderse
con el "blanco".
Para la IV Edición del Premio Internacional de Microrrelatos “Fundación César Egido Serrano". "Museo de la Palabra".
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