"Estaba deleitándome con un vino de Navarra cuando sonó
el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha
encontrado una botella con un mensaje tuyo..."
¡Hola, suegra!. ¿Qué quieres?.
De sobra sabía por lo que me llamaba...
Hacía tres años que, un día cualquiera, había decidido
invitarla a un cocido, que la encantaba. La llamé. Comunicaba. Una, dos, tres,
varias veces. Seguía comunicando. No paraba
de hablar... como de costumbre.
Cansado de esperar y recién acabada una botella de un vino
joven y fresco de Navarra, decidí escribirla una misiva, emulando al tópico del
naufrago en su isla solitaria; decía: "El jueves de la semana que viene,
te invito a un cocido en casa. Tu yerno".
Tapé la botella con sumo cuidado y la deposité en el aún
incipiente torrentillo que corría a la vera del prado de la casa.
Cincuenta kilómetros, cauce abajo, ella la recogería...
No volví a acordarme de aquél hecho; los asuntos laborales me
absorbieron las siguientes semanas....no hubo cocido.
Un niño que jugaba en una junquera, mediado mayo, recogió una
botella que parecía contener un "pergamino". No dudó en llevársela a
su casa, como un tesoro tantas veces revivido en su cabeza, mientras jugaba a
piratas y bucaneros por la orilla de ese río.
¡Papá!. ¡Mira lo que he encontrado en un remanso del río!.
¿Será el plano de un tesoro?. ¡Ábrelo con cuidado!.
El padre, padre por encima de todo, e intrigado por lo que podía poner en la
"nota pirata", puso toda su paciencia y empeño en extraer de la
botella la misiva, con el menor daño posible y lo consiguió.
Desdobló, con esmero, el "pergamino" y, con
sorpresa, leyó a su hijo la nota. Sorpresa aún mayor, cuando reconoció la
caligrafía inconfundible de su autor...
¡Mamá!, has recibido una invitación para comer un cocido el
jueves de la semana que viene en casa de tu yerno...
Presentado al Concurso de Relato Breve “Mensaje en una botella para mi Suegra” D. O. Navarra. 2014.
El primer párrafo era obligatorio.
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