Recuerdo... una recogida de muebles. Noche en camión. Parada en todas las
gasolineras. Un coñac en cada una. Yo, dormido en la cama de la cabina. Siete
de la mañana. Pis. Desayuno: uvas de un viñedo en la carretera. Pitada desde un
"Jeep" de Obras Públicas, por la "mangada" de uvas.
Impertérrito, Luis, responde: "pero si son de un majuelo de mi
abuelo". Me lo creí a pies puntillas. Logroño. Mi padre esperándonos.
Descargar. Ir a "La Redonda", había que dar "Gracias". Por
todo. Cenar en Pabellón de Oficiales, en Recajo. Para mí, aquél día, en mi vida
volvió a amanecer...
Recuerdo una tarde de septiembre tardío del año
68. Recajo. En el jardín de la piscina, ya cerrada la
temporada. Grandes y enormes pinos. En uno de ellos, muy cerca del vestuario de
"los chicos"; de no sé cuántos metros de altura y casi en la copa:
dos chavales. Uno se llama Agustín, otro es un servidor. Casi, sin
hablarnos. A partir de ahí, inseparables hasta que emigró a Madrid, dos años
después. Hasta hoy, hasta siempre...
Presentado al III Concurso de Micro relatos de "El folio en blanco" de
Cope Ávila. 2014.
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