domingo, 10 de agosto de 2014

Realidades... Deseos


Pegados a los escaparates de las tiendas nos pasamos media vida; argumentando, con más o menos acierto, lo oportuno o inoportuno, en ese momento, de comprar tal o cual artículo.
Queremos tenerlo porque nos gusta, porque se lleva, porque lo tiene el vecino, porque... porque...
Son cuestiones casi siempre sin respuesta cuando intentamos auto convencernos de que "ese oscuro objeto de deseo", totalmente superfluo, nos es indispensable.
Incluso llegamos a hipotecar, en el sentido literal de la palabra, nuestra economía por ese capricho. También, es verdad, que hay caprichos y caprichos. Los pecados veniales nos los podemos permitir.
El vivir o no por encima de nuestras posibilidades, se ha convertido en "un mal de muchos, consuelo de tontos" y hace años que lo estamos pagando.
Así las cosas, anhelar objetos físicos, terrenales, no es potencialmente insano; al contrario, es un acicate que puede servir para aumentar nuestro esfuerzo en el estudio o en el trabajo; hoy más que nunca este último, quizás una de las mayores bendiciones que podemos tener la gran mayoría de la humanidad.
Todo dentro de su justa medida. El problema surge cuando medimos la justicia con vara alta porque afecta a nuestros intereses.
No sería apropiado decir que esta vida hay que pasarla como los anacoretas y miserablemente; nadie nos ha dicho tal cosa.
La  sociedad es la que es y a nadie podemos echar la culpa más que a nosotros mismos.
¿Habremos aprendido algo de nuestros propios errores? El futuro es mañana, pero hay que empezar a escribirlo hoy.
Cuando la Banca Internacional, permítaseme usar ese convencionalismo, se rija por intereses que no sean exclusivamente los crematísticos y  se dedique a fomentar no "obras sociales" al uso,  como en los tiempos actuales, sino a ayudar, por ejemplo, a los estudiantes menos favorecidos que siempre, por desgracia habrá.
Permitir que esos estudiantes puedan incorporarse a proyectos de investigación en los diversos campos de la Ciencia.
Cuando no nos importe el credo religioso del prójimo, ni su color, ni si tiene más o menos dinero. Cuando todos trabajemos en una causa común que, conlleve mejorar nuestro Estado y, como consecuencia, a través de los mecanismos internacionales, aportar ese "aire de cambio" que nuestra sociedad necesita para seguir respirando.

Cuando todo eso se consiga, alguien, con más capacitación que esta modesta persona, todavía podrá escribir un relato que comience pidiendo: "Deseo que..."


Presentado al I Concurso de Narrativa "Deseos". Asociación Letras con Arte. 2014. Forma parte del la "Antología I Concurso de Narrativa Deseos".






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