lunes, 18 de agosto de 2014

Marcelo




Y cuando el sol empezaba a deslizarse sobre su órbita queriéndose esconder tras el horizonte, Marcelo, con paciencia y, sobre todo, fatiga de todo un día de faena en "la mar", comenzó a subir, lentamente, la red que colgaba por estribor, es decir, por el costado derecho de su mediana embarcación, de su "Sirena".
Algo le hacía presagiar, quizá su propia experiencia, que aquella red no pesaba lo que "debía". Había algo que, bajo la superficie de aquel agua, en calma, aliviaba, ostensiblemente, el peso de la red: poca pesca.
Sudando y con media colilla apagada entre la comisura de sus labios, siguió subiendo la red. Aparecieron un par de sargos juntos, como amantes que aceptan con resignación su destino, sea el que sea; poca cosa si eran las únicas piezas cobradas aquél día.

¡Un tirón! ¡Sí! Un "bicho" se debatía en la red para poder soltarse de ella ¡Y parecía grande! Aplicando un poco más de fuerza, consiguió subir más rápidamente la red; un último esfuerzo y una espléndida merluza intentaba, con sus últimos coletazos, desasirse del nylon que le aprisionaba sus agallas. Todo en vano. Marcelo esbozó una amplia sonrisa de satisfacción.

Presentado al I Concurso Historias breves "La mar y sus gentes". Letras con Arte, 2014. Escogido para Antología. Editado en Historias Breves "La Mar y sus gentes".


No hay comentarios:

Publicar un comentario