Comenzamos a
sentir cuando nacemos
que el
camino que nos queda por delante
deberíamos
tomar con buen talante
si queremos
llegar donde debemos.
Los primeros
instantes absorbemos
la leche
maternal tonificante
que engorda
nuestro cuerpo incesante
siendo el
único manjar que beberemos.
A medida
que, en los meses, engordemos
nuestra
dieta se hará más expectante
con papilla
de frutas exultante
que será lo
principal que comeremos.
Pronto
cambia esta dieta y tragaremos
buena carne
y pescado mordisqueante
por los
dientes, aún pequeños de delante
y verduras
que nos hacen, no hacemos.
Así vamos, a
lo largo del sendero,
ampliando
nuestro espectro manducante
con tiento o
sin tino inquietante
por cuidar
nuestra figura con esmero.
Los años se
concentran en distraernos
con continuo
despilfarro y, muy constante
la salud se
resquebraja y en menguante,
por no
seguir, del médico, el consejo.
Al final,
como ángel, volveremos
a verduras y
papillas aplastantes
pues, los
dientes no serán ya como antes
y postizos, casi
siempre, los tendremos.
Presentado al II Premio de Poesía "Andrés Mirón". Ayuntamiento de Guadalcanal (Sevilla)
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