jueves, 31 de julio de 2014

No somos distintos




Me encontraba ya afeitado y duchado en el balcón de la habitación del hotel. Era una madrugada de un doce de diciembre. No había una nube y, a esas horas, hacía aún fresco. Un almuédano canta, con el quedo soniquete la primera oración de la mañana. Su voz, rasga el aire claro y limpio de la aún noctámbula mañana.

Todo está quieto. El mundo, su mundo, se para. La poca gente que empieza a deambular por las calles escogen un lugar donde extender su estera y hacer la primera reflexión del día... casi todos. Hay quien, por mor del turismo, tiene que guardar sus conversaciones con Alá para otros momentos en los que la actividad mercantil, no choque con la de su fe.

En el hotel no se nota. Cada cual está centrado en la labor que, cotidianamente, tiene asignada. El personal de recepción o de cocina, cumplen, escrupulosamente, sus jornadas y quehaceres "a la europea".

En mis oídos queda grabada, para siempre, el compás con sonido metálico de altavoz, que surge de la garganta del pastor de almas, de otras almas... llamándolas a la oración... y logra que, algún europeo, creyente de otra fe, eleve sus ojos a ese cielo que se abre sobre él, pidiendo a Dios, el cristiano, que, aunque sea de vez en cuando, le eche una mano para poder ir capeando la vida...



Presentado al II Concurso de MIcrorrelatos de Casa de África. Purorelato.2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario