Querido
niño, quiero enseñarte
que no es un
higo, que sí es un arte
la
sumatoria; has de fiarte,
te dará
gloria, en vez de liarte.
Si sumas
otro y agregas uno,
no sea potro, no seas tuno,
sumarán dos,
pues le aúno
¿son
complicados? quizás alguno.
Cuando
comienzas, pequeño infante,
todo son
trenzas en que rizarte,
pero estas
tablas, cuando las sepas,
no son
diablas, no las discrepas.
Si uno le
sumas, al dos de antes
y me les
juntas, tal vez, tú cantes:
que tres
tenemos, ¡eres gigante!,
pues
seguiremos, paso adelante.
No te
acobardes, no te reprimas,
no, no, ¡no
tardes!, no, no, ¡no gimas!
mira que es
fácil, ya te aproximas,
ya ves qué
hábil, ¡no te deprimas!.
Con otro,
ahora, tenemos cuatro,
ave cantora
, en anfiteatro,
¡qué bien lo
haces!, yo te idolatro
tal vez
convenzas al chiquilicuatro.
Si tenaz
sigues, como Pitágoras,
si lo
consigues y te doctoras,
la vista
vuelvas, a aquellas horas,
y nos
absuelvas, de estas doloras.
Presentado al I Concurso de Poesía Matemática "Antonio Arroyo Valera. Ediciones entricíclopes. 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario