Subí hasta
el quinto piso de aquella casa ancestral de cuento de terror; de anchos
peldaños de madera que cedían, tras cada pisada mía; con un quejido ebrio de
miedo y de advertencia sibilina hacia lo incierto.
Frente a la
puerta, llamé, en aquél timbre de rueda que se anunciaba por todos los rincones
de aquél mausoleo.
Oí pasos
cansinos, meditados, contados con la intención de poner nervioso a quien se
encuentra en el otro lado de la entrada. Cesaron. La Nada. Era como, si de
pronto, nada estuviera ya allí; ni incluso yo. Me veía desde un ángulo cenital,
extracorpóreo, inspeccionando la escena.
¡Click! Las
escasas luminarias de las escalerillas, se apagaron al unísono. Tanteé la
pared; di con la llave y no pasó nada. Se había ido la luz... o la habían
cortado.
Un ligero
roce, suave, provenía desde el vano de las escaleras; rozaba sutilmente, los
peldaños. Avanzaba despacio. Firmes, yo aguantaba, más por miedo, mirando
fijamente al ojo de buey, amplio, que se disponía frente a mí en mitad de
aquella puerta.
El susurro
resbaladizo paró tras de mí; casi notaba su contacto contra mi espalda. Una
gota desde mi nuca resbaló y, lentamente mientras se deslizaba por mi cuello,
erizaba cada pelo que rozaba en su continuo resbalar; con una clara vocación de
maridaje con aquello que se encontraba detrás de mí.
Siguió y
siguió bajando; hizo un quiebro a la goma de mis calzoncillos y penetró, como
un cuchillo letal, resbalando y penetrando entre las carmes más innobles de mi
cuerpo.
Era la
primera, la avanzadilla... la siguieron muchas. Temblaba; el ser que se había
deslizado como un fantasma por las escaleras, estaba tras de mí, presionándome
con su mirada mi nuca.
¡Click!
Volvió la luz; azorado, sudoroso y muerto de miedo, decidí darme la vuelta y
enfrentarme a lo que allí estuviera.
Una voz
angelical, de una preciosa niña de ojos verdes, que me miraban desorbitados, me
espetó: ¡Qué miedo hemos pasado, señor!
No recuerdo
nada más que el silencio posterior.
Presentado al II Certamen
Walskium de Microrrelato de Terror y Fantástico.
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