miércoles, 16 de diciembre de 2015

Valores


Me gusta que en mi cabeza, se establezcan los colores tradicionalmente elegidos; para los niño azul y a las niñas, color rosa. No pasa de ahí la cosa. Uno, en su natural crecer, progresó estereotipado, sólo en color del atuendo y, también en lo del juego; la "pepona" era de niña y el soldadito del rorro.

En un tiempo aún difícil, de educación cortesana y marcadas diferencias, en casa se me instruyó en proteger, por principio, a la mujer indefensa; salgo en vuestra defensa: más por un principio claro, nunca afán de menosprecio, de ayudaros; de tenderos esas manos de caballero español en el sentido más claro; lejos de interioridades u otras interpretaciones que sesudos pensadores quieran dar al término por mí empleado.

Defender, proteger  a una mujer debiera interpretarse como señal referente no sólo de ayudar a el que es tu igual sino de que uno es tan cabal de echar la mano al que tiene al lado sin mirar su condición. La interpretación, fatal, de lo que debiera ser, deja al urbanizado amigo, con su ademán en un vilo; corre el riesgo de que su atención descrita,
mamada desde la cuna,  se tache de "muy mal vista" o lo peor: de machista; cuando, en realidad, lo único ocurrido es rendir pleitesía, si el arcaísmo no incordia, a quien, sin lugar a dudas, ostenta en sí esa virtud, entre un millón de otras muchas, como es la de dar a luz, vetado biológicamente al que es un simple varón.

Pretendo, desde estas líneas, defender una igualdad que nos hace ser distintos; aparquemos laberintos y luchemos; y aquí sí en mi cinto adoso, cual vetusto caballero, todas las armas al uso para combatir al bestia que de una manera funesta, arremete contra el otro a lo animal; como un potro,  en pos de un viejo proverbio del "ni para mí ni para otro"; cuando aquí nadie es de nadie o, mejor, todos de todos y en ese frente común seguiré siendo de azul y entenderé lo de rosa.

Pretendo casi jugar con términos distintivos que nos traen más discusión principalmente por mala interpretación, a veces, diría sesgada; si no fuera porque la tinta de todo lo que se escribe sobre este tema se emborrona cada día cuando abrimos el periódico de turno u oímos cualquier telediario...

Los niños del futuro que deben de empezar a ser ya los que hoy están en nuestras casas jugando con sus muñecas y soldados, hoy robotizados, tienen que ser los que entiendan, para siempre, que en la distinción está nuestra igualdad.


Me viene a la cabeza una frase..."la violencia, engendra violencia..."



Para el XXVI Certamen Literario Villa de Almoradí. Concejalía de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Almoradí. (Alicante)

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