Maese Torbellino,
quería alcanzar la Gloria,
jugando con la memoria
del vulgo, "jarto" de vino.
Vino, al ritmo electoral
a juzgar por la resaca,
con cierto olor a albahaca
o, simplemente, a berzal.
Depende de cada tipo
que cada escaño o banquillo
desprenda aroma o tufillo,
según su propio biotipo.
Y El Cid fue uno, indiviso,
adalid contra moriscos
de una España hecha a mordiscos
con singular compromiso.
Repeticiones al uso
sobran en estas hechuras,
que no están a estas alturas,
las cosas para un iluso.
Y es que la piel de cordero
sirve para lo que es:
para cubrirse los pies
o, incluso, el cuerpo entero.
Pero nada de careta,
pues, a nada que se frota,
el ancestro va y brota,
aunque cambies la chaqueta.
Observad, "vuesas" mercedes
que en esta vida mundana,
hacer lo que da la gana
es no llegar...o te excedes.
Para el XXXV Certamen Poético
Internacional Francisco de Quevedo. Orden
Literaria "Fco. de Quevedo".
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