martes, 21 de junio de 2016

Convenio laboral romano



Seamos sinceros; trabajar gusta a cuatro chalados que, presumiblemente, no tienen ninguna manera mejor de pasar el tiempo; ni rascándose la barriga, refrendo de la imagen que se está dando, por la mayoría de los políticos,  actualmente en todo el Estado, antes llamado España; a secas.

Si englobamos al tejido sindicalista, pues apaga y vámonos. He sido miembro un porrón de años de un comité de empresa, como independiente, y he constatado que, con las oportunas excepciones, buena parte de los componentes de ese "tejido", sólo se preocupaban de generar reuniones en horas laborales, faltaría más, y lo único que les inquietaba era que, esas reuniones, no durarán más allá del horario de trabajo; esto es... al toque de sirena salían zumbando sin preocuparse si se habían o no estudiado los puntos que aún quedaban en el inservible, "orden del día".

Es por esto que tienen la fortuna, los que no estén jubilados y tengan un trabajo dado los tiempos que corren, de que nuestro sindicalistas, no hayan leído el panorama vacacional que existía en la Roma de los Césares. Viene a decir el estudio que por cada día de trabajo, había dos de juergas y cachondeos. No está nada mal la cosa.

Seguro que algún político avispado, lo incorpora a su programa electoral;  y, lo que es peor, sea el punto motivador de sus votantes.

Que los sindicalistas lo lean... difícil. Sólo se leen así mismos...y poquito. Repiten máximas arcaicas, demodés por una sociedad que necesita, imperiosamente, mover el culo para volver a poner a esta nación donde le corresponde.

Saturnales, Lupercales, Quirinalia, Sol Invictus, Bacanales o los Juegos de Apolo, son excusas suficientes para que unas mentes cuadriculadas y,
algunas, incluso usuarias de guantazos pedagógicos, al grito de: "todo el monte es orégano", en esta maltrecha España, se tumbe a la Bartola, en el sentido más literal de la frase, todo quisque; y esperen a que nuestros nietos vengan a intentar arreglar lo que nosotros, por vagos o peor aún, por hacernos los egipcios y mirar al tendido, no hemos querido solucionar.

Mal panorama, España, mal panorama...


Para el Séptimo Concurso de Relatos Breves de Diari de Terrassa. (Barcelona).

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