miércoles, 1 de junio de 2016

Refugio del alma


La carretera tiró de mí obligándome a bajarme del vehículo tras unas horas al volante.

Mi cabeza y mi alma, buscaban un rincón en el que poder descansar de una vida azarosa, tremendamente desordenada y aburrida, que amenazaba con ahogarme cual anillo estrangulador abrazando mi tráquea.

Sin interés, deambulé un rato, sin rumbo fijo como mi vida, por las diferentes instalaciones del posible alojamiento de aquella noche.

Me asomé a la terraza y te vi, Cantábrico; enardecido por una marea viva, rebosante de fuerza; orgullosa de su poder y demostrándolo contra el canijo cabo que se erguía, en el otro extremo de la provocadora playa.

Mi corazón dio un tímido latido ¡Volvía a vivir!

Desde aquella noche de tinieblas en mi alma, busco la ocasión para volverme a pasar por un Refugio, propio, totalmente mío, que me inyecta, con sólo mi estancia, la dosis suficiente de antídoto para seguir respirando.


Para el Concurso de Micro-relatos Hotel El Refugio, 45 Aniversario. Cóbreces. (Cantabria).

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