Zascandileaba, una oruga atípica,
entre las vastas praderías que, para ella suponían, unos modestos metros
cuadrados cubiertos de exquisitos tallos verdes de la variada gama de plantas
que allí crecían; y, mientras masticaba, acompañando al ruido de sus potentes
mandíbulas, entonaba entre dientes, como si fuera un motete, todos los
conocimientos que, genéticamente, sus predecesores, durante muchas y muchas
generaciones, le habían inculcado de manera automática.
Pero a nuestra oruga le iba la marcha;
y, para no olvidarse de ninguno de los recuerdos heredados, constantemente
entonaba aquellos misereres. Tanto, que se corrió la noticia del hecho y se la
empezó a conocer como la oruga instruida.
Como todos sabemos, la vida de la
oruga es efímera, y pronto, como fase
previa a la metamorfosis, empezó a vestirse
con un delicado manto de color índigo. Al mismo tiempo que se convertía en una
hermosa oruga de color añil, creció la fama de su extenso conocimiento
adquirido; era una devoradora, mental, de todo tipo de lecturas y estudios de
cualquier materia.
Y en esa vida corta de oruga llegó su
natural transformación; la mariposa voló un día en libertad, contemplando sus
prados desde otra perspectiva geográfica mucho más completa y abarcadora;
¡volaba!
Para el III Certamen de Relato
Breve Guadix en el Día del Libro. Asociación
para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul". Guadix.
(Granada).
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