martes, 5 de enero de 2016

¡Alegría, fiesta en rúa!


A fin de dar un golpe de timón, quizá más efectista que otra cosa, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, dicho y hecho literal en este caso, mi familia decidió, para quitarse las miasmas adheridas en estos últimos tiempos, echar una cana al aire; esto no de manera literal.

Y así, como casi todos los años, vinieron a casa a pasar unos poquitos día unos familiares de allende La Mancha.

Bienvenidos. Y para corroborar la sentencia geográfica e hidrográfica del comienzo del relato y coincidiendo con el veintinueve cumpleaños del sobrino viajero, decidimos montar la de Dios es Cristo, con perdón, y hacer una barbacoa...más bien La Barbacoa.

Y en una familia exagerada por naturaleza en todos los rasgos de su vida; y que, naturalmente, todo termina por pegarse según el principio mundano,  comenzamos a aprovisionarnos de viandas para tal acontecimiento.

"The Family", tiene buen yantar de origen. Los años, en algunos casos, y los incipientes achaques en otros, merman su capacidad de "jalar"; con lo que el cálculo inicial del pensamiento: "que no falte de nada", o lo que es lo mismo, aprovisionar al regimiento invitado, fue un error del "Alto Mando" en sus pronósticos. Se equivocó al no darse cuenta que aunque por número resultaba ser un regimiento, lo mermado de sus fuerzas  por pensamiento, palabra, obra y omisión, mucho de lo último, hacía que no sobrepasara su efectividad en una compañía y media, como mucho.

Las vituallas compradas para tanto soldado, algunos como un servidor escasos de dientes, sobrepasaron con mucho el apetito de la tropa. La conclusión es simple: el exceso de sustento nos lo vamos a tener que ir zampando...entre cuatro... Terminarán saliéndonos por las orejas...sin comentarios.

Pero lo fundamental estaba cubierto. El acontecimiento sirvió para limpiarnos las pegajosas telarañas adosadas a nuestras almas y, al menos, las frescas risas que se oyeron sirvieron para sentir en nuestras cabezas y corazones que hay que seguir, mal que nos pese...

Los niños zascandileando entre las sillas de los mayores, compitiendo en carreras sin meta, sus bullicios y sus ganas de vivir son el contrapunto necesario para el mundo un tanto raído de los mayores.

Eso sí, con mesura. Con el tempo que vamos necesitando los que recordamos la niñez con cierta nostalgia pero sin querer volver a ella, que para eso hemos tenido que recorrer este largo camino hasta llegar donde nos encontramos.

Es ley de vida. Invariable. Y sólo tenemos una.

Que el título de este escrito sirva de frase lapidaria a guisa de la que pronunciaba el Patrón de esta familia cuando aún gobernaba el timón de esta carabela: ¡Alegría, fiesta en rúa!


Para el I Concurso Literario de Relatos RSC. Revista RSC.

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