A fin de dar un golpe de timón, quizá
más efectista que otra cosa, y aprovechando que el Pisuerga pasa por
Valladolid, dicho y hecho literal en este caso, mi familia decidió, para
quitarse las miasmas adheridas en estos últimos tiempos, echar una cana al
aire; esto no de manera literal.
Y así, como casi todos los años,
vinieron a casa a pasar unos poquitos día unos familiares de allende La Mancha.
Bienvenidos. Y para corroborar la
sentencia geográfica e hidrográfica del comienzo del relato y coincidiendo con
el veintinueve cumpleaños del sobrino viajero, decidimos montar la de Dios es
Cristo, con perdón, y hacer una barbacoa...más bien La Barbacoa.
Y en una familia exagerada por
naturaleza en todos los rasgos de su vida; y que, naturalmente, todo termina
por pegarse según el principio mundano, comenzamos a aprovisionarnos de viandas para
tal acontecimiento.
"The Family", tiene buen
yantar de origen. Los años, en algunos casos, y los incipientes achaques en
otros, merman su capacidad de "jalar"; con lo que el cálculo inicial
del pensamiento: "que no falte de nada", o lo que es lo mismo,
aprovisionar al regimiento invitado, fue un error del "Alto Mando" en
sus pronósticos. Se equivocó al no darse cuenta que aunque por número resultaba
ser un regimiento, lo mermado de sus fuerzas
por pensamiento, palabra, obra y omisión, mucho de lo último, hacía que
no sobrepasara su efectividad en una compañía y media, como mucho.
Las vituallas compradas para tanto
soldado, algunos como un servidor escasos de dientes, sobrepasaron con mucho el
apetito de la tropa. La conclusión es simple: el exceso de sustento nos lo
vamos a tener que ir zampando...entre cuatro... Terminarán saliéndonos por las
orejas...sin comentarios.
Pero lo fundamental estaba cubierto.
El acontecimiento sirvió para limpiarnos las pegajosas telarañas adosadas a
nuestras almas y, al menos, las frescas risas que se oyeron sirvieron para
sentir en nuestras cabezas y corazones que hay que seguir, mal que nos pese...
Los niños zascandileando entre las
sillas de los mayores, compitiendo en carreras sin meta, sus bullicios y sus
ganas de vivir son el contrapunto necesario para el mundo un tanto raído de los
mayores.
Eso sí, con mesura. Con el tempo que
vamos necesitando los que recordamos la niñez con cierta nostalgia pero sin
querer volver a ella, que para eso hemos tenido que recorrer este largo camino
hasta llegar donde nos encontramos.
Es ley de vida. Invariable. Y sólo
tenemos una.
Para el I Concurso Literario de Relatos RSC. Revista RSC.
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