Amarilleas,
incapaz de que tus venas
alcancen tu punto cenital,
allá, en la cumbre;
esa faro que alumbre
con su vigor , cual fanal,
tus otoñales gangrenas
que capeas.
Más, tranquilo
a ese proceso anual
que, convulso, te recorre,
queriendo mecerte urgente;
es, preparar al paciente
forzando a que se le borre
cualquier recuerdo banal
y hacerlo con sigilo.
Volverás, granado mío,
a envolverte en tu belleza
allá, cuando la frescura
deje paso con templanza
a la bonanza,
con otra temperatura;
ella es la suprema fuerza.
No caerás en el hastío.
Para el III Certamen de Poesía
Ayuntamiento Val de San Vicente. (Cantabria)
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