Cantando un villancico
cual miserere,
deambulaba Ezequiel,
haciendo el papel
que uno adquiere
ya desde chico.
Las guirnaldas de oropel
le son extrañas;
no concibe
que alguien le gibe
con artimañas,
sin culpa de él.
Un roce en la pierna
le detiene,
mira hacia abajo
y ve el sombrajo
de quien sostiene
una mirada azul y tierna.
Un mazapán pringoso
es el presente
de un ser sencillo,
precioso pastorcillo,
y Ezequiel siente
que todo está borroso.
Para la V Edición del Certamen
de Poesía Navideña, Leopoldo Guzmán Álvarez. Iglesia
Santa María de las Nieves de Alaní. (Sevilla).
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