martes, 5 de enero de 2016

Invisibles


Nieva. No tendría más importancia si no fuera porque el subconsciente le dice que aquello es África; y los estereotipos proyectan en su memoria las imágenes tórridas de un árido desierto o de una sabana exuberante.

Pero en ésta África hace frío. Hiela. El raído abrigo, someramente sirve para guarecer un cuerpo macerado por las penurias del frío reinante.

Unas notas le conmueven; lo justo. Juan no es de lágrima fácil; mucho menos de cara a un público que, aunque él sabe de sobra que su figura es invisible para ellos; su propio Yo, le obliga a comportarse como a toda una generación se les  ha inculcado: ..."llorar no es cosa de hombres..."y Juan lo lleva tatuado, como un morlaco en sus carnes, desde su niñez. Las notas, mal canturreadas anuncian: ..."Noche de Paz..."

Desde el rincón de aquél pasaje sin la menor intención de optar a ser calle ni siquiera de poca monta, Juan contempla el panorama típico de esas fechas. Todo pasa deprisa. Nadie se para con nadie. Los saludos entre conocidos o los marcados por las propia etiqueta, son rápidos; cortantes; con ganas de pasar página rápidamente. Todo el mundo tiene impaciencia. Premura por llegar a sus hogares y estar protegidos, entre sus cuatro paredes, de la miseria, del hambre... del mendigo que, en su esquina, apura con gula adictiva los últimos tragos de un vino peleón adulterado por el tiempo que lleva abierto.

Desde el otro extremo del callejón, una mano negra y no sólo sombreada por la noche, se alarga hacia él, pidiendo un sorbo de aquél líquido que pueda regalarle , al menos, unos minutos de calor.


Juan es consciente de que hay otros muchos que necesitan lo qué él ya está a punto de tirar. De fondo, se sigue oyendo un..."noche de amor..."



Para los Certámenes Internacionales Ciudad de Melilla, 2015. Ciudad Autónoma de Melilla, a través de la Viceconsejería de Festejos, y con la colaboración de la Unión de Escritores de España. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario