jueves, 16 de abril de 2015

Castilla, vieja


Por tus campos, por tus tierras desgranadas por los hielos, recorren en tus entrañas ríos de historias; de historias viejas que,  confortan con las de otras zonas de España, la herencia, congénitamente adquirida en los partos de tus mujeres.
Ancestrales son tus usos; arcaicos tus fundamentos; genuinas son tus gentes. De hoy para siempre.
Rudos, toscos, serios secos... se nos suele conocer por esos adjetivos, demasiado estereotipados y cincelados en la historia.
Aquí, de sobra sabemos, que el que es, es. Que todo no vale. Que la moda pasa. Aquí gustan las cosas sencillas, nobles; las que no aparecen como grandes gestas en las portadas de los periódicos; aquellas que hay que releerse  varias veces el diario, para extraer un hecho, aparentemente insignificante, a la luz.
Hubo una vez alguien que me dijo que "hay que saber vender el trabajo personal". Me supuso un "shoc". Le rebatí que no hay mejor venta del trabajo de uno, que el simple esfuerzo diario por hacerlo bien. Le supuso un "shoc". No vales lo que trabajas, vales por cómo vendes lo mucho o poco que lo hagas. Triste.
Pero, afortunadamente, esta tierra de España, hoy un tanto adulterada en sus formas, sigue pensando de otra manera.
La expresión pseudonacionalista castellana, según algunos; regionalista, según el resto, llega hasta sacar nuestros pendones a la Campa, una vez al año y los volvemos a enrollar y guardar en nuestros arcones, baúles de los recuerdos, hasta el año siguiente.
No es pura casualidad. Es genética. Algún despistado y, posiblemente venido de otras tierras, pretende, sin mucho acierto, concretar una fecha contra tirios y troyanos. Contra el usurpador, contra lo establecido, contra todo. Entiendo, bajo mi forma de pensar, que es la teoría del restar.
Eso no vale. Metidos en los años en los que estamos; con un bagaje humano, intelectual y tecnológico, deberíamos ser más cautos en nuestra expresiones y, sobre todo, en nuestros razonamientos.
Que nuestros Bravo, Padilla y Maldonado se sublevaran ante un rey que, a la postre, resultó ser de los pocos que hicieron cosas realmente importantes para esta, entonces, incipiente nación; y que se sublevaran ante, lo que hoy, los expertos aún no se han puesto de acuerdo; unos dicen que fue una sublevación contra los señores; otros que empezaron como algaradas contra el fisco o, como los más progresistas del lugar lo titulan como los primeros conatos de revoluciones burguesas e igualitarias... dice poco de su visión histórica.
Me da a mí, que no soy nadie, salvo una persona algo ya avanzada en años, que se sublevaron contra un rey extranjero; que por cierto, por aquellos años, sería lo más lógico.
No culpo a Bravo, Padilla y Maldonado de nada, si fueron consecuentes con sus honestos pensamientos. Me molesta, profundamente, que los decapitaran; estoy convencido que forman parte de esa lista negra que nos ha perseguido a lo largo de nuestra historia, de colgar o fusilar a las personas que pretendían un profundo cambio para España.
Pero la propia historia y, rápidamente, se encargó de enmendarles la plana. Carlos I, nuestro "quinto", hizo de España, la primera potencia mundial que jamás pudiera haber soñado nuestra, tan manida, piel de toro.
Se han manipulado los hechos; no los físicos, se sublevaron, se les venció y fueron ajusticiados. Eso se puede probar. Se adulteró la filosofía de los Comuneros, haciéndolos pasar, por ladrones al estilo bosque de Sherwood o por "caudillos" de nuevas tendencias filosóficas.
Habría que estar en sus pellejos; pero creo que no fueron ni pretendieron, ni lo uno ni lo otro.
Pudieran estar equivocados; pero vuelvo a repetir, que desde el punto de vista humano, si actuaron por su credo, por su fe, merecen todo mi respeto y admiración.
Otra cosa es que, seguramente debido a nuestra convulsa transición: había que establecer un "orden debido" a toda máquina, por si acaso; se les mitificara para poder nosotros, los castellanos, tener nuestra "Diada" o "Aberri Eguna" particular y, por supuesto, salvando las distancias...
Es fácil arrastrar, en cualquier momento de exaltación política, sea del color que sea, a chavales que enarbolen banderas, gritos y consignas. Por cierto, bastante dispares.
Y en Castilla y León, ahora; Castilla la Vieja, de siempre, ocurrió que ni los propios "historiadores al uso", se pusieron de acuerdo en el color de las banderas a enarbolar.
La corriente, entonces populosa y callejera; evidentemente muy bien teledirigida, esgrimió estandartes morados que intentaban "historificar", aduciendo posibles deterioros en los mismos; y que produjeron diferentes tonalidades en nuestro famoso "Pendón de Castilla" que, por cierto, cada vez parece estar más relacionado exclusivamente con la ciudad de Valladolid, gracias a su fundador Pedro Ansúrez que le llevaba como blasón.
Castilla no tiene espíritu nacionalista; nacionalista al estilo actual. El sentido de Castilla es nacional; y en eso, va profundamente unida  a Aragón. Van de la mano desde los comienzos que, con voluntad conciliadora, fueron aunando reinos hasta culminar, con los Reyes Católicos y tras la Reconquista, España.
Lo que fue, sin duda, un concepto nuevo de Estado; gracias al cual, no nos olvidemos, América está ahí, aunque otros la dieran el nombre, no sin justos motivos.
Ahí empezamos a funcionar como nación. Con proyección de futuro. Con miras universales. Como las grandes empresas. Y Castilla extendió sus brazos. Y acogió, en igualdad, a todo hombre que, de buena fe, quiso trabajar en la causa común.
Castilla, permítaseme la licencia, esparció los hijos paridos, impregnando, con su esencia, las distintas tierras de España. Sólo Aragón, repito, compartió "por cuna marital", la grandeza de lo que se podía forjar con la concepción del "Nuevo Estado", que conllevaron los Reyes Católicos. Tan defenestrados hoy, como manipulados ayer...
Pero volvamos al útero terreno de nuestra Castilla. A ese que seguirá pariendo descendientes, por los siglos de los siglos; con el mismo afán que la reina abeja dedica a su colmena.
España, no se entiende sin Castilla; y Castilla no tiene razón sin España. Castilla, otra vez, "salva" a España, pero sin menoscabos, sin preeminencias...
Castellano, recio, duro, cosechado al sol tórrido de tus veranos en la era deslomado o bajo la heladora capa invernal. Día tras día, vida tras vida. Generación tras generación.
Colección de estampas de "El Ángelus" que se diferencian, exclusivamente, por la modernidad de los aperos que se dibujan en ellas.
Vuelve a ser, como ha sido siempre, la hora de Castilla. La hora de dar un paso hacia adelante; un paso más; otra vez más; pero cogiendo de la mano a las demás regiones. Sin altanería, sin prerrogativas ni exenciones  de ningún tipo, pero sí con la sencillez con la que sabíamos hacer las grandes gestas; ¿se nos habrá olvidado?; y, desde luego, con la robustez espiritual con la que las llevábamos a cabo.
No fueron un paradigma Los Reyes Católicos. No se pudo explicar, demasiado bien entonces, la expulsión de los judíos, españoles no nos olvidemos, de nuestra península.
Hoy resulta mucho más incomprensible.
Pero sí fueron, los que cimentaron ese deseo de "hacer algo juntos con proyección de futuro". Eso es grandeza. Sumar. Restar significa ser raquítico de miras o interesado negociante en "río revuelto..."
Cuando, se ha decidido, que Europa se "globalice", aunando intereses y hacia una posible "unificación de naciones", desde mi modesto punto de vista, muy lejos todavía, tenemos que dar ese paso adelante, en primera línea, como lo hicimos en la época de Flandes, y trabajar, para que esa "idea premonitoria" de Isabel y Fernando, con proyección en su nieto Carlos I, "quinto", España vuelva a liderar Europa; sin afán de conquista, ni de revancha; con el afán que surge de las entrañas más arcaicas de la Castilla vieja y que, junto a las demás regiones, con sacrificio y tenacidad, saquen adelante un proyecto europeo, acaso intuido, por un emperador alemán, con abuelos, por parte de madre, españoles.

Quién sabe si, aquél artículo "Castilla, otra vez por España"... vuelva a estar  en pleno auge.


Para el XV CEertamen de Literatura "Miguel Artigas", 2015. Excmo. Ayuntamiento de Monreal del Campo y el Centro de Estudios del Jiloca. Monreal del Campo. (Teruel).

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