"El viajero está echado, boca
arriba, sobre una chaise-longue forrada de cretona...”.
Altamente raída por los años y la mala vida llevada en
ellos. Más que echado parecía haber
desparramado su voluminoso cuerpo sobre la desvencijada butaca con aspiraciones
de cama.
Roncaba estrepitosamente. Colmaba su grotesca figura un
cinturón aflojado en la cintura de su pantalón para facilitar un poco de
descanso a aquella barriga desordenada. En medio de un ronquido eterno, se
despertó de lo que él estaba convencido que había sido sólo un
"lapsus" de unos segundos y había pasado un cuarto de hora largo.
La señorita que tenía frente a él, pulcramente vestida y con
el típico uniforme de las chicas que servían en casas "bien", aguantó
estoicamente, a que el ser que tenía frente a ella se desperezase lo suficiente
como para anunciarle que , la Señora, le vería en el salón de las visitas.
Se apartó a un lado para que comprendiera que debía de
seguirla. Se puso en pie sin acordarse de la flojera de su cinturón; con lo que
casi se cae al suelo de bruces, pues no contaba con que el arrugado pantalón se
le bajara con tanta rapidez hasta las rodillas.
La siguió sin rechistar.
En medio del salón, una señora de porte distinguido le miró y
le dijo: "Mariano, cuarenta años sin saber de ti y vuelves así...como siempre".
Presentado al IV Concurso de Microrrelatos Camilo José Cela. Fundación
Pública Gallega Camilo José Cela.
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