Yo no sé si serían conscientes nuestros más lejanos
antepasados, de que estaban siendo los primeros protagonistas de una historia
que hoy llamamos de la Humanidad.
Y lo fueron desde aquél instante Bíblico en el que Dios creó
al Hombre, en su versión científica de la Teoría de la Evolución de nuestro
Darwin, mucho más en consonancia con un concepto amplio y agnóstico de lo que
es la Física y la Biología.
Cuando aquél proyecto de hombre, con respecto al que hoy
tenemos, descubrió que si recogía más bayas del cercano bosquecillo de matojos
y las almacenaba, tendría, mediante la experimentación de sucesivas maneras
para su conservación, alimentos para las épocas en las que el hielo llegaba a
cubrir los páramos de los territorios aledaños a sus cuevas; y dando un salto
cualitativo en su bienestar tribal, descubrió que en los cruces con otras
tribus durante sus correrías en busca de caza o de nuevos lugares en los que
asentarse, esos excedentes de almacenamiento, podían servir para
intercambiarlos por otros alimentos o utensilios de los que carecían por lugar
geográfico o por el simple desarrollo de actividades artesanales, según fueran
las que se trasmitieran en cada clan; ese día, en ese instante, sin saberlo,
estaban asentado el primer eslabón a lo que hoy, pomposamente, llamamos
Economía.
Un simple planteamiento de conservación de su especie como es
intercambiar productos para poder subsistir un invierno gélido, fue la semilla
que revolucionó el modo de vivir de toda una época y que nos ha llegado a
través de miles de siglos hasta nuestros días.
Cierto es que, con la invención de la moneda, no deja de ser
una sutil forma de trueque, cae en
desuso, pero en muchas comunidades se ha seguido practicando con mucha
normalidad; por no hablar de las tribus africanas , sudamericanas, oceánicas,
algunas asiáticas, en las que sigue siendo, en la actualidad, el método normal
de tratos comerciales.
Hoy en día, inmersos en esta crisis en la que se empiezan a
intuir signos de empezar a salir de ella, al menos macroeconómicamente
hablando, se ha vuelto a utilizar el
trueque en determinados sectores de la sociedad, como defensa ante la falta de
liquidez por el elevado paro dentro de cada unidad familiar. Es una forma de
lucha, pacífica a la vez que conservacionista; cambias producto por producto
ante la necesidad; es el "Prèt-à-Porter" necesario para la
subsistencia.
Demos las
gracias a aquellos hombres de las cavernas, en taparrabos, que pensaron, si
tenían capacidad de hacerlo, que si tenías más de dos unidades de un producto,
la tercera servía para intercambiarla por otro del que ellos no disponían.
Fueron los economistas de los albores de los tiempos.
Para el II
Certamen Literario "DEMOS" (Moneda Social). Asociación
Teatral Manticore.
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