domingo, 26 de abril de 2015

El cuento del cuento


Querido cuento: En una España, hoy irreal, vivían, no hace mucho tiempo, unos hombres y mujeres, como nosotros, que pretendían, con su trabajo, hacer de su país una de las potencias de Europa; como cuando los Tercios de Flandes, pero desde ese otro ejército de hoy llamado "empresa"... y estuvieron a punto de conseguirlo.
Y vino la época del terror; la época mala, como la de la antigüedad con sus plagas, ahora llamadas: crisis; y, pretendieron unos callarse, como si aquí no pasaba nada y otros, lanzarse al ruedo aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, e, intentar  ganar adeptos del contrincante para su causa. Que, parece ser, que es lo único que importa a los partidos políticos. Yo te quito a ti, no sólo para ganarte sino porque, como ya "pactamos" hace muchos años a tanto el voto, el individuo, me da para vivir de las rentas... ¡y así nos va!
Da lo mismo que te quiten el piso. Les importa un bledo las Preferentes. Aquí, conviene hacer un inciso: nadie compra lo que no quiere; se puede decir que no. Pero, es verdad, que se jugó con la ignorancia de mucha gente; esa que, sin duda, se jugaba única y exclusivamente, su sustento.
Y las familias, se fueron fundiendo, derritiendo, como el metal en la fragua, poco a poco; sosteniéndose, en muchos casos, con la perseguida economía sumergida que, por supuesto, no es lo ideal y lo dicen los expertos economistas que son los que valen, no tanto tertuliano venido a más; pero que gracias a ese aporte económico soterrado, muchas de ellas han podido "ir tirando".
Había mucho más dinero de lo que se pensaba, bajo los colchones o baldosas de las cocinas; si no hubiera sido así, se hubieran producido asaltos a los supermercados, como hemos visto que ocurrían en países de Hispanoamérica.
Aquí, se dio un acto festivo-folklórico por parte de un ¡alcalde! A qué extremos hemos llegado; haciendo un micro asalto a un súper; eso sí, con las cámaras de televisión avisadas y, en primera fila por supuesto, la autonómica de turno, que para eso la pagan.
¿Eso no está penado por la Ley?. Se pregunta el pueblo llano, apartidista que no apolítico, puesto que política se hace desde el mismo momento en que nacemos por el simple y vital hecho de respirar.
Nos confunden, incluso, los encargados de sancionar las leyes, con su manera "laxa" de actuar en estos y otros casos de corte parecido. Mal ejemplo si, el que roba, sostiene en su mano la llave de una ciudad o pueblo, que me da lo mismo. Ladrón es el que roba; y, en función de a lo que tenga acceso, robará más o menos cantidad. Pero no por ello deja de ser un ladrón.
Se podrá camuflar el asunto, tildándolo de "obra social". No, mire usted; existen comedores sociales y bancos de alimentos que cumplen con creces, con su celo, lo que los políticos no quieren hacer. Entiendo que, en el marco de su "rancho", perdón "cortijo", sea una manera muy populista su proceder, pero el resto del Estado... y somos muchos...no tragamos. No tiene usted más que contar sus votos.
Tampoco vale aquello de : "robo porque aquél también lo hace". Eso es el chocolate del loro.
Volviendo a escenas de cuento, como por los siglos pasados nos lo parecen, me hago la pregunta bíblica cuando Sodoma y Gomorra y la interpelación de Abraham a Yavé sobre la posibilidad de salvar sendas ciudades si, al menos, en ellas se descubrían diez justos.
Pues aquí, vamos a pasarlo fatal si nos los piden. Creo yo, en mi inocencia casi senil,  que en esos despachos no lujosos, de taburete y ventanuco a ras de acera, si aún se trabaja así en algún partido político, pueda encontrarse un "especímen" no contaminado, al que se le pueda usar, eso sí con su permiso naturalmente, como ratón de laboratorio y poder inocular sus "benditos gérmenes" a todo aquél ser humano que tenga intención de dedicarse a "la política"; que no a hacer carrera en la política.
Los de ahora, contaminados, a casa; previo ser investigados por si acaso. La presunción de inocencia, con tanta indecencia al lado... queda en entredicho, o denuncia.
Otros, los llamados "mayoristas" por votos y por riquezas, más de lo mismo y aquellos, no políticos de carrera, pero adscritos, por trabajo, dedicación o casamiento a este mundillo; también.
Aquí, no pueden asirse a ningún salvavidas, los que con los demás juegan; sean de un signo u otro; incluso, los ambivalentes o ambiguos que para mí son los peores, pues no destapan su credo, si es que lo tienen, para no enfadar a nadie y, de paso, camuflados, lograr algún que otro escaño y vivir de nuestro Erario;  el de todos; es decir de nuestro común bolsillo.
Un cuento de Navidad era lo que yo quería expresar e intentar amenizar esos días tan festivos que aglutinan a familias entorno  a eso, al hogar... aunque el menú se conforme con unas sopas de ajo dispuestas a ser consumidas como si fuera un manjar. ¡Y lo son! pues, en el fondo, no hay mejor momento para juntar la familia alrededor de una mesa o Belén, aunque éste sea ficticio, y contar y cantar villancicos, aunque no se crea en nada, allá cada cual; pero incluso esos, los que no creen, celebran la Navidad con atisbos de ilusiones como, cuando de pequeños, entreabrían los balcones, en un infantil afán de que unos Magos de Oriente, les llevaran un juguete con el que poder jugar, o al menos soñar...
Yo vuelvo a mi tierna infancia cual moviola deportiva y escribo con buena letra, pues es un precepto sabido, mi carta a Los Reyes Magos; éstos, quizá de Occidente, pidiéndolos más cordura en nuestras "epifánicas" dádivas y que asesen a todo el mundo: ricos, pobres, "... desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca...", como decía José Zorrilla en su "Don Juan Tenorio"; para conseguir un mundo mejor; sí, esa utopía que, como tal, hay que intentar, sólo intentar, alcanzar.
Lo demás, lo más mundano que me ocupaba y preocupaba al principio de este escrito, remozado como cuento, puede quedar como un lamento triste, lúgubre, penoso, si no escribimos todos juntos alguna nueva y épica página de nuestra Historia, con mayúscula, y borremos, para siempre, a esta autoproclamada "casta" de "gentes de mal vivir", como rezaban las reales ordenanzas militares, que se empeñan en mandarnos como a auténticos rebaños de corderos...
¡Levantemos la cerviz! ¡Sin asonadas ni alharacas! Con la Ley , que para eso está.
Pidamos a Los Reyes Magos, mejor que a Papá Noel, pues resultan más cercanos, que, en los años venideros seamos buenos remeros y consigamos, entre todos, llevar este viejo buque al mejor puerto posible donde restañar heridas y partir, de nuevo, a surcas aquellos mares y océanos en los que durante tantos años, no se pudo poner el sol.

Sería un penoso cuento si con el colorín colorado postrero, no hubiéramos podido o peor, querido, sacar a nuestra España de su actual atolladero.


Para el XXII Concurso Narraciones Cortas Villa de Torre Pacheco, 2015. Biblioteca Pública Municipal. Torre Pacheco. (Murcia)

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