La carretera te
esconde; envidiosa de que la gente pare y se quede. Por eso, hasta el último
instante, remolonea en mostrarte.
No tienes iglesias
que glorifiquen a gritos tu nombre. Ni, tan siquiera, vestigios de los pueblos
que, sucesivamente a través del tiempo, han morado en tus casas de adobe donde,
sin duda, han hecho historia; la tuya y la nuestra a la vez.
No eres cuna de
ninguna figura señera de estas tierras. No tiene casa éste o aquél personajillo
del papel cuché o de tal o cual programa "cultural" de esos que
negamos que vemos.
No tienes industrias
que, motores del progreso, tiren de tu economía.
¿Qué escondes?
Cuando te alejas de
la solitaria carretera que lame tu perímetro y bajas a encontrarte con la
esencia de ti a tu plaza irregular, centro oficial del municipio y en la que no
se halla ubicado el Consistorio; y la garganta te pide auxilio para sofocar el
calor de tu tórrido verano o el frío de tu invierno casi serrano y entras en
cualquiera de los dos bares que, como Colosos de Memnón, custodian tu placita;
te enteras, de sopetón, qué es lo que, verdaderamente, hace de ti algo
especial; mucho más allá de las fotos virales que juegan con tu patronímico
escrito en la cuneta de la carretera seguido de una señal de tráfico limitando
la velocidad a cincuenta.
Lo que efectivamente
atrae de tí y te impregna hasta el tuétano de los huesos es tu gente.
Para el III Concurso Nacional de Micro-relatos Villa de La
Guardia, 2015. Concejalía de
Cultura del Excmo. Ayuntamiento de La Guardia. (Toledo)
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