Apenas ha empezado
el choque por el dominio entre la noche y el día, cuando a tientas, entre las
tinieblas de la oscuridad para no despertarte me acerco hasta ti y te miro,
cada amanecer, a los ojos; esos que, aún somnolientos, son tan puros que en ese
despertar aletargado me devuelves la mirada pitañosa en un acto reflejo, a
veces con ternura, otras con la mayor crueldad, que destapa la imagen más real
de mi ser; de mi figura.
Acudo a ti, a ellos,
con la esperanza de ser acogido por tu bondad y poder lamerme mis heridas en tu
regazo; al resguardo de tu mirada; en la intimad; en ese espacio, seductor y
misterioso, creado por nosotros y que es sólo tuyo y mío. Nuestro.
Es por tanto,
querido, que esta epístola, grandilocuente término para un fulano que no aspira
más que a despertar un nuevo albor, sabiendo que tú, querido amigo, sigues estando ahí, en mi entorno, un día
más; con la modesta y sencilla ilusión de volver a ver reflejada mi figura en
tus hermosos ojos.
Y yo te prometo que
no ha de pasar una jornada de mi vida, de nuestras vidas, en la que no acuda a
ti implorando clemencia ante tu severo reflejo de mi imagen o con mi más tierna
gratitud según sea la evaluación de esa copia que me reenvían tus pupilas.
Te lavaré la cara,
cada día, con esmero. Lo haré con agua tibia como te gusta. Secaré las gotas
tras tu baño con toallas de algodón que no laceren esa piel delicada.
Conservaré tu cristal sexagenario con cremas hidratantes que hagan relucir de
alegría tu cara.
Te prometo que allí
estaré cada mañana, a solas contigo; en un monólogo en el que me dirás, con
tu mirada, lo rápida que la vida llega y
prosigue; y me sobrevivirás, es ley de vida, y ahí permanecerás colgado esperando a otro rostro, seguro que
más joven, al que poder mirar cada día y decirle, la juventud siempre tiene
ventaja, cuán hermoso está cuando te mira...
Para el I Certamen Literario
de Cartas de Amor, Ciudad de San Roque. Red de
Bibliotecas de San Roque. (Cádiz).
No hay comentarios:
Publicar un comentario