viernes, 11 de marzo de 2016

La puerta del desencanto


Lo que le hizo tomar la decisión de no volver fue que, al mirarle a los ojos, compulsó con amargura que todo lo que aquella figura que espectralmente se erguía a duras penas ante ella, había representado en su vida durante los últimos veinte años, se acababa de derrumbar, hacía  apenas unos minutos, de sopetón; como una bofetada que aunque no se había llegado a producir, un simple gesto la había atravesado, como si de un fino estilete se tratara, el alma; que es, sin duda, la parte más vulnerable e íntima del ser humano.

Y sin más utilería, se envolvió en un impermeable que la salió al paso  colgado de un viejo perchero del hall y carente de  aspavientos externos, el extremado abandono que sentía no la permitía ni el menor atisbo de rebeldía física, cerró tras de sí una puerta que jamás volvería a abrir; una porción generosa de un corazón que sangraba emocionalmente, quedaba junto a aquella triste figura; encerrado para siempre en aquél piso; tras aquella puerta.

Su marcha era casi fúnebre,  desconsolada... pero digna. Habría un mañana, seguro.


Para el Segundo Concurso de Relatos Breves, Asun Casasola. Librería Oskarbi.

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