martes, 27 de octubre de 2015

Lo tengo fácil


Lo reconozco; como reza en el título, lo tengo fácil. 

Era una persona afable en su comportamiento habitual; abierto a todos aquellos que estuvieran dispuestos a compartir con él un vaso de "bon vino" a lo Berceo;  y para entroncar el lugar y la figura de quién dio forma al castellano, qué mejor hacerlo que con esos caldos que nacen y se hacen por los cultivos aledaños que tanto labró. Esos líquidos rojizos que emulan  y a la vez dulcifican, la sangre que tantas generaciones han derramado por extraer sus frutos de estas tierras duras, que no te dan nada que no ganes con tu trabajo.

Y así era él. Hombretón enorme, en todas sus facetas. Su esqueleto envolvía perimetralmente a todo un corazón que pugnaba por salirse de su caparazón y ocupar más espacio; se le quedaba pequeño aquél imponente armario.

Amigo de sus amigos; algunos de ellos comprometidos con una idea muy concreta y sugestiva sobre esta vieja piel de toro;  tuvo amistad,  como decía El Tenorio ..."desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca...", sin importarle la condición, ni el credo, ni las ideas, en esto un poco más rezongón, de su interlocutor; siempre y cuando éste demostrara ser un "hombre de bien".

Tuve el placer de compartir muchos momentos con él. De charlas y discusiones. Si se le metía una idea en la cabeza...costaba cambiarle el pasodoble; y aquella media Faria que secularmente llevaba en la comisura de sus labios como una prolongación más de él; alguna vez, la vi salir escopetada ante las acometidas verbales de quien, considerándose agredido en sus principios, no dudaba en rebatir, vehementemente, aquello que se le decía.

Pero era, a su manera, auténtico. Y aquél labrador de dedos de titán, tras sus jornadas de siembra, o recogida, lo que tocara, con frío o calor; lloviendo, nevando o con "su" sol de justicia, era capaz de envolverse en un piso entre colores ocres, terrosos y en un lienzo, expresar lo que un corazón y una cabeza, al unísono, habían modelado en su interior durante años de una manera de ser; la suya.

Y un maldito otoño salpimentado de colores pardos y rojizos por los  millones de hojas que alfombran nuestra particular estepa, nos dijo adiós y se fue. No me cabe la menor duda que está donde tiene que estar: allí arriba, bajo la noche clara...pero los mortales que aún no hemos aprobado esa evaluación, cada uno de noviembre, guiñamos un ojo al Cielo y con media sonrisa socarrona como la de él, le decimos: ¿Cómo te va, Paco?


Para el II Concurso de Relatos Breves de Quintanilla de Arriba. Asociación Los Rucheles, Amigos de Quintanilla. (Valladolid).


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