miércoles, 28 de septiembre de 2016

El libro, en sí


Ese olor a engrudo que, por cierto, se ha quedado impregnado la pituitaria de cada vez menos personas, por una razón simple y llana como es el paso del tiempo, tiene hoy, un corte más bien nostálgico o, si se me apura, y como se dice hoy, de "postureo".

Un libro en las manos, no cabe duda que transmite emociones. Pero son sólo, ni más ni menos, eso, emociones. No pasan a través de los dedos y manos que le sostienen como por un efecto de capilaridad, las sensaciones que emanan de esos escritos, quienes logran hacerlo, a nuestro organismo intelectual y físico por un arte de birlibirloque, de magia, al toque  mental de "ale-hop".

Los grandes lectores, al menos bastantes de los que leen mucho, argumentan que sentir el libro entre las manos, es algo espiritual, que trasciende al propio hecho de hacerlo. Es posible; pero también es posible que sólo sea un acto natural y de puro hábito, algo similar a la función "social" de un cigarrillo entre los dedos ¿Por qué no?

Entiendo que, con esta teoría o mera opinión, enseguida te ganas enemigos. Intereses desde los más blancos hasta los más oscuros en los que suelen intervenir complicadas actuaciones financieras al amparo de que de un árbol se saca un libro y eso es cultura. Y por cada árbol que se tala de una selva para cultura ¿cuántos se están talando, bajo ese paraguas, para otros fines? ¿ y cuántos se talan sin ni tan siquiera un fin?

Me gustaría creer que las cosas se hacen bajo el principio de buena voluntad. Y así, como si de un cuento de hadas se tratara, me he pasado tres cuartas partes de mi vida, la real, la total, creyendo en los "Reyes Magos". Difícil cambiar cuando ya las canas campan por su respeto, a uno no le tienen ninguno, por un pelo bastante lacerado por agentes "externos", no genéticos.

Y, desde una cabeza, más o menos normal, aunque habría que matizar este término, uno tiene la capacidad de pensar y llegar a algunas conclusiones que, todavía, no gustan; quizá por la falta de criterio propio de la sociedad; creo que nos movemos a bandazos de lo que dictan la moda o algunos "profetas" propios o foráneos.

Se me ocurre que es cuestión sólo de tiempo cambiar un hábito. Como el fumar. No pretendo que la gente deje de leer...que se lee más bien poco, por cierto, ¡Dios me libre! pero sí de que se haga sobre papel.

La tecnología, y para eso se investiga, hace tiempo que diseñó una "nueva" forma de hacer libros sin necesidad de talar esos modestos y baratos pinos que por su humildad parece que a nadie les molesta que se talen; salvo al suelo que les amamanta y que sin su protección se convierte en un erial que deriva en un desierto; pero eso no parece importar. Repito que los avances de nuestros últimos dos siglos permiten leer sin papel. Mediante libros electrónicos que, algún ecologista urbano, tildará de contaminación cibernética y de la que propiamente crea cualquier material con lo que se fabrican estos productos, de acuerdo; démosles el tratamiento adecuado en los puntos que desde hace ya muchos años, existen para este fin.

Contaminación de aguas, porque la alta tecnología implica obligatoriamente ese hecho; pues no queda más que invertir en el tratamiento de una manera racional y drástica de esas aguas.

Lo que hay que pensar es que el árbol, ser vivo, necesita años para desarrollarse y cumple una función esencial en el entorno en el que crece.

Es, sin lugar a dudas mucho más fácil, seguramente más costoso pero si en alguien tenemos que invertir es en el propio ser humano para conservar, en la medida que podamos, este antes planeta azul, hoy no se sabe de qué color.

Mi diminuto grano de arena, pues no soy nadie, es no escribir para ningún patrocinador o concurso que exija hacerlo "por quintuplicado", es un decir aunque "haberlos hailos"...y sólo enviar mis modestos manuscritos a quienes tienen como único medio de interrelación una sencilla y, además, cómoda, dirección de correo electrónico...

Es un pequeño acto de rebeldía, o de sensatez, o, simplemente de sentirme bien conmigo mismo. Por cierto, me he topado con un numeroso elenco de personas que tiran de la frase de lo romántico y sensual que resulta gozar de las tapas de un libro entre las manos... ¡Claro! y bucólico y, sobre todo ecológico, es hacer nuestras necesidades a culo descubierto, con perdón, en nuestra foresta y, miren ustedes....donde esté un retrete....


Para el V Concurso de Relatos Cortos, Plazuela de los Carros. Torralbilla. (Zaragoza).


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