Ese olor a engrudo que, por cierto, se
ha quedado impregnado la pituitaria de cada vez menos personas, por una razón
simple y llana como es el paso del tiempo, tiene hoy, un corte más bien
nostálgico o, si se me apura, y como se dice hoy, de "postureo".
Un libro en las manos, no cabe duda
que transmite emociones. Pero son sólo, ni más ni menos, eso, emociones. No
pasan a través de los dedos y manos que le sostienen como por un efecto de
capilaridad, las sensaciones que emanan de esos escritos, quienes logran
hacerlo, a nuestro organismo intelectual y físico por un arte de birlibirloque,
de magia, al toque mental de
"ale-hop".
Los grandes lectores, al menos
bastantes de los que leen mucho, argumentan que sentir el libro entre las
manos, es algo espiritual, que trasciende al propio hecho de hacerlo. Es
posible; pero también es posible que sólo sea un acto natural y de puro hábito,
algo similar a la función "social" de un cigarrillo entre los dedos
¿Por qué no?
Entiendo que, con esta teoría o mera
opinión, enseguida te ganas enemigos. Intereses desde los más blancos hasta los
más oscuros en los que suelen intervenir complicadas actuaciones financieras al
amparo de que de un árbol se saca un libro y eso es cultura. Y por cada árbol
que se tala de una selva para cultura ¿cuántos se están talando, bajo ese
paraguas, para otros fines? ¿ y cuántos se talan sin ni tan siquiera un fin?
Me gustaría creer que las cosas se
hacen bajo el principio de buena voluntad. Y así, como si de un cuento de hadas
se tratara, me he pasado tres cuartas partes de mi vida, la real, la total,
creyendo en los "Reyes Magos". Difícil cambiar cuando ya las canas
campan por su respeto, a uno no le tienen ninguno, por un pelo bastante
lacerado por agentes "externos", no genéticos.
Y, desde una cabeza, más o menos
normal, aunque habría que matizar este término, uno tiene la capacidad de
pensar y llegar a algunas conclusiones que, todavía, no gustan; quizá por la
falta de criterio propio de la sociedad; creo que nos movemos a bandazos de lo
que dictan la moda o algunos "profetas" propios o foráneos.
Se me ocurre que es cuestión sólo de
tiempo cambiar un hábito. Como el fumar. No pretendo que la gente deje de leer...que
se lee más bien poco, por cierto, ¡Dios me libre! pero sí de que se haga sobre
papel.
La tecnología, y para eso se
investiga, hace tiempo que diseñó una "nueva" forma de hacer libros
sin necesidad de talar esos modestos y baratos pinos que por su humildad parece
que a nadie les molesta que se talen; salvo al suelo que les amamanta y que sin
su protección se convierte en un erial que deriva en un desierto; pero eso no
parece importar. Repito que los avances de nuestros últimos dos siglos permiten
leer sin papel. Mediante libros electrónicos que, algún ecologista urbano,
tildará de contaminación cibernética y de la que propiamente crea cualquier
material con lo que se fabrican estos productos, de acuerdo; démosles el
tratamiento adecuado en los puntos que desde hace ya muchos años, existen para
este fin.
Contaminación de aguas, porque la alta
tecnología implica obligatoriamente ese hecho; pues no queda más que invertir
en el tratamiento de una manera racional y drástica de esas aguas.
Lo que hay que pensar es que el árbol,
ser vivo, necesita años para desarrollarse y cumple una función esencial en el
entorno en el que crece.
Es, sin lugar a dudas mucho más fácil,
seguramente más costoso pero si en alguien tenemos que invertir es en el propio
ser humano para conservar, en la medida que podamos, este antes planeta azul,
hoy no se sabe de qué color.
Mi diminuto grano de arena, pues no
soy nadie, es no escribir para ningún patrocinador o concurso que exija hacerlo
"por quintuplicado", es un decir aunque "haberlos
hailos"...y sólo enviar mis modestos manuscritos a quienes tienen como
único medio de interrelación una sencilla y, además, cómoda, dirección de
correo electrónico...
Es un pequeño acto de rebeldía, o de
sensatez, o, simplemente de sentirme bien conmigo mismo. Por cierto, me he
topado con un numeroso elenco de personas que tiran de la frase de lo romántico
y sensual que resulta gozar de las tapas de un libro entre las manos... ¡Claro!
y bucólico y, sobre todo ecológico, es hacer nuestras necesidades a culo
descubierto, con perdón, en nuestra foresta y, miren ustedes....donde esté un
retrete....
Para el V Concurso de Relatos
Cortos, Plazuela de los Carros. Torralbilla. (Zaragoza).
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