miércoles, 28 de septiembre de 2016

¿Defcon 2?


Hacía varias lunas, otras lunas ajenas a la poesía que desprende la nuestra, que habíamos abandonado nuestro entorno solar en busca del enano Plutón; justo cuando acababa de perder el honorable título de planeta.

Las noches y los días se amalgamaban casi de manera indecente sobre nuestros cuerpos; confundiéndoles de tal forma que las funciones orgánicas de los mismos andaban , francamente, despistadas.

El hecho de mirar por aquella televisión natural hacia el inmenso universo exterior se convirtió en la ocupación principal de los escasos recreos que una tripulación preparadísima, se permitía el lujo de tener en aquellos primeros viajes interplanetarios.

Un concurso de una cadena muy importante de hamburguesas, me había dado la oportunidad de hacer aquél casi pionero viaje; y de , malgastar, de aquella manera, tres meses de mi vida que era lo que se tardaba en llegar a la acogedora ciudad interplanetaria del enorme trozo de hielo conocido por Plutón. "Troy Frost", la mega ciudad que se estaba construyendo allende el universo, pasaba por ser la metrópoli  cosmopolita por excelencia de la próxima centena de años; lo cual, dado el avance tecnológico, era apostar fuerte.

La somnolencia de las horas que a nuestro organismo obligábamos a parar, salvo las guardias estipuladas, para mantener ciertos hábitos terrícolas, conseguía respetar ciertos estatus que nos hacían recordar las siestas cabeceadas en un sillón tras la comida.

Pero una sacudida, despertó a mi cabeza de un incipiente y, por lo que se preveía, un prometedor sueño. Acabábamos de entrar en una franja transitada por meteoritos del diámetro suficiente como para que cualquier impacto con alguno de ellos, nos hiciera botar como un balón deshinchado, fofo,  de aquí para allá.

Y el bamboleo había comenzado. Uno, de mayor intensidad, me hizo saltar de mi asiento; no llevaba el cinturón de seguridad bien ajustado, pegándome un fuerte coscorrón contra la parte de arriba de mi cabina...

Cuando mi mano dejó de frotar, un buen rato después, la cabeza dolorida por el tremendo chichón que en ella se había implantado, contemplé, por la ventanilla de aquella particular nave espacial, el precioso ocaso que se abandonaba, majestuosamente, sobre  un dorado mar de reventonas espigas dispuestas a ser engullidas por una cosechadora que las atacaba de frente...

Estaba atravesando con mi nave, la amplia y siempre espectacular Castilla, un atardecer de un mes de julio...Plutón, tendría que esperar...


Para el III Concurso de Relatos Ciencia Ficción, A través de  las Estrellas. Grupo Carpa de Sueños.

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