Cual hordas de otros
siglos, ya pasados; olvidados si no fuera por la Historia que les guarda
esculpidos en sus hojas, vuelven hoy, en nuestros días, a invadir otra vez el
Occidente, abandonando su llanuras o montañas, ríos , valles, sus hogares en
pos, esta vez, de una palabra que atenaza sus gargantas: ¡vivir!
Y esta vez no
vienen, a priori, a conquistarnos; llegan a impulsos de los pinchazos que unas
afiladas cimitarras les procuran en sus espaldas haciéndoles huir,
desesperadamente, hacia la simple libertad de subsistir.
Para la Primavera de
Micro-relatos Indignados, 2016. La
colina naranja.
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