La vida es la mejor escuela, no cabe duda. Parece que,
nosotros mismos, nos empecinamos en querernos demostrar que la experiencia no
sirve de nada; y así nos va.
El mundo de la información nos ha traído hace unos
días una noticia que puesta en los labios de quién la dio, nos hizo prestarla
más atención de la que se le daría dentro de la vorágine diaria que fluye de
las diferentes agencias vomitando, sin cesar, ingentes cantidades de primicias,
bombazos y un buen porcentaje de "suflés", bien hinchaditos y
aderezados para que ese tiempo que se dedica a verlos o leerlos, es espacio que
se detrae de las noticias realmente importantes.
Y es un vídeo; de un señor cuya madre, corrió el
riesgo de que al llevar a término su embarazo, la criatura pudiera nacer con
alguna tara física.
Y decidió, por encima de todo, traer a su hijo al
mundo. Consciente, totalmente, de su acto.
Y nació aquél bebé; y la madre fue feliz de tenerle
entre sus brazos y acunarlo todas las noches.
Años después, un día de mayo, aquél niño se sentaba
ante un piano y contaba esta historia emocionado, poniendo en sus labios la
ternura que le habían sabido transmitir.
Lo hizo a su estilo, versificándolo, entremezclando su
historia a ratos contada, a ratos canturreada con exquisito cuidado ¿Sería mi
imaginación o atisbaban pequeñas perlas transparentes, mientras narraba esta
historia, desde aquellos ojos que ven más que muchos dotados con la facultad
para lo que fueron creados?
Prescindiendo de que, por encima de todo, hablamos de
una persona como dicen los eruditos de ahora humana, como si las hubiera de
otra tipo ¿podemos imaginar otra decisión de esa madre? ¿nos habría impedido
escuchar su extraordinaria voz?. Naturalmente, Bocelli.
Para el VIII Concurso de
Relatos Escritos por Personas Mayores RNE- Fundación Bancaria La Caixa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario