La nube polvorienta
levantada por las caballerías de aquél ejército mimetizado por el color ocre de
la tierra del camino, envolvía en un halo fantasmagórico la columna que
cabalgaba, a duras penas, hacia nuevas aventuras. Otra vez, las zancadillas
palaciegas obligaban a aquellos hombres a buscarse el pan bajo otros pendones.
El castillo bastión
del reino musulmán de Zaragoza, iba quedándose , cada vez más, lejos de sus
espaldas; él sabía que no era un adiós; sino un ¡hasta luego!
Miraba a sus
soldados, notando en su expresión la nostalgia de dejar, cada cual, sus
respectivos bagajes: mujeres, hijos, padres y haciendas. Una incómoda
responsabilidad le cayó a plomo, de improviso, que le hizo aplanarse por su
peso sobre el lomo de su viejo corcel.
Para el III Concurso de
Micro-relatos de Tema Histórico, Biblioteca Plaça D'Europa, 2016. L’Hospitalet de Llobregat. (Barcelona).
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