Me pierdo entre la
multitud si somos muchos; te observo, lleno de rubor, cuando sospecho que esa
mirada desmayada me ha rozado; me escondo como un niño travieso se pone a buen
recaudo de sus padres, entre las celosías del jardín para mirarte. Me exaspero
si la gente, aunque sea de manera inconsciente, impide que tu figura se refleje
en mi retina. Me aflige que otros ojos te observen; siento una triste punzada
cuando presiento que tu mirada va hacia otro rival.
Si estamos solos, la
timidez me impide levantar los ojos
hacia ti; no puedo contemplarte abiertamente; me delataría y me da miedo.
Para el Concurso Cartas de
Amor Biblioteca de Santiago, 2016. (Chile).
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