El viejo marinero, canturreaba
una canción con regusto a guayaba.
El ron que había
metido en su organismo
llenaba el corazón
de un optimismo
que no iba más allá
de un espejismo,
disfrazando su
ordinario mutismo.
La mar, enarbolada,
le servía
de agregado seguro,
de vigía.
El marinero viejo,
se arropaba
evitando un intensivo
bautismo
de aquél agua,
rayano a la lejía.
Para el V Certamen
Poético Internacional Rima Jotabé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario