sábado, 21 de mayo de 2016

Canto de juventud


Un ruiseñor gorjeaba con su atiplada voz anunciando el amanecer del día de una primavera remolona en sus quehaceres.

El sol, medianamente tibio, calentaba, a duras penas, el plumaje del pajarillo; permitiéndole con su generosidad, tomar las suficientes energías para proclamar a los cuatro vientos su juventud; y, de paso, recordar a los merodeadores, que la tierna y presumidilla pajarita que se asomaba al extremo de una rama, densamente poblada de hojas, de la acacia mimosa que se erguía frente a él, respondía a sus requiebros, en un juego, rayando el arte, que se repetía,  instintivamente,  durante generaciones.

El joven ruiseñor voló solícito a la rama de la coqueta avecilla; ésta le miró con un atrevido gesto de aprobación y ambos se adentraron hacia lo más interno de aquella espesura, dejando a un mochuelo mirón, con los enormes ojos saliéndose de las órbitas mientras daba respingos espasmódicos con su cabeza, excitado por no poder ser testigo del cortejo que iba a suceder en la intimidad del follaje.


Para el 10° Certamen Internacional de Relato Hiperbreve Universidad Popular de Talarrubias.


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