Daban las
diez en el reloj de la iglesia,
sentado en
la terraza de la plaza,
mi humeante
café, aún en su taza,
transportábame
al mundo de la amnesia.
Los acorde
musicales veraniegos
de la banda
que tocaba en el templete,
la suave
brisa extendía como un cohete
removiendo
al compás todos los cuerpos.
Los
muchachos y muchachas sonreían
y cambiaban
de pareja a menudo,
con sus
padres haciendo de vigías.
Y , si
alguno, se pasaba haciendo el cafre
con algunas
de las mozas de aquél baile
se encontraba
con los ojos del gendarme.
Presentado al 8ª
EDICIÓN.LA PLUMA DEL GUIRRE, 2014. Telde (Las Palmas de Gran Canaria).
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