Vivimos pendientes
del momento
en que un timbre como el mimbre,
zumba al viento,
violento,
flatulento,
cual urdimbre
de patentes
de gerentes.
Paseamos adosados
a
aparatos
muy recatos
que administran
nuestras vidas,
cual druidas
suministran
a sus gatos
de orfanatos,
otros bocados.
Mascullamos, blasfemamos,
cuando viene la factura,
ya sin cura
y al pensar en otra fuente
que ofrecía la locura
a otro cliente,
sonriente,
¡caradura!
en otra mesa de enfrente.
La cosa es mucho más simple:
dejemos que no se imple
con dígitos peliagudos,
el contrato macanudo
y, manejemos con tiento,
el timple
instrumento no de viento
que nos viene, aquí, de perlas
y a las facturas barrerlas
y quemarlas al sarmiento.
Presentado a la XXVII Edición
Concurso Literario de Cúllar Vega, 2014. Cúllar Vega (Granada)
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