Comienza sin aviso; es traicionero; se instala en tus
narices, sin tú saberlo. Te encuentras bien; tan sólo es un picor... es
pasajero.
Sigues con tu actividad, queriendo no hacer caso del
molestillo picoteo que, en las fosas nasales, sientes, cual escarabajeo. Te
olvidas un buen rato; más vuelve, el picor, el "remusgueo". Es más bien un retintín... un cachondeo.
No te centras en nada; no estás al loro, parece que tu mente,
te ha dejado sólo ¡Caramba!¡Ya está bien! ¿Tendré que tomarme algo? ¿No estaré
bien?
Aguantas, como puedes, la jornada a base de beber agua,
comprobando, que cuánto más bebes, según recomendaciones, a ti no te arregla
nada. Sí pasa, sí, ya lo creo, que el catarro va a más, hay más goteo.
En el trabajo, finges que no va contigo; te educaron para
eso, mi buen amigo. Estás maltrecho y fastidiado; atiendes a tus jefes como
"dopado". Con voz gangosa, los contestas, sin ganas, cualquier cosa.
Ellos te escuchan y como tisana, te recomiendan duchas de
mala gana ¡A quién se le ocurre! Recomendar la ducha a gente pachucha y con
agua fría ¿estarán intentando "una" ERE mía?. Les miras, como miran
las vacas al tren, diciendo por lo bajo, musitando, un "que te
den..."
Has logrado llegar al final de la jornada laboral, como quien
se desliza con una figura muy fantasmal.
¡Las cataplasmas! son especiales, te recomienda algún
compadre, "a mí me quitan todos los males".
No pienso hacerlo, ¡Por Dios, que inquina!, cuando llegue a
casa, cafiaspirina.
Llegas baldado. Dices un "hola", medio asfixiado.
No estás para nadie, no quieres verlos, tomas medicamentos de
"extraperlos"; todo te vale: tisanas, infusiones, cataplasmas,
tabletas; pero que nadie te tire de los... tacones. El picorcillo ya es un
recuerdo, estornudas a lo bestia, como un cerdo. La cabeza te estalla, es un
suplicio, en tu mesilla tienes un autoservicio.
De todo tragas, entre estornudos, por si acaso falta algo,
retortijones tienes muy testarudos ¡Con tanto brebaje!, la vejiga está hecha
una salvaje. La cosa sigue mal, cuando haces horas, en el orinal.
¡Qué angustia, madre!, aquí no hay perrito que ya me ladre...
cuando le agarre, al que me dijo:"toma de este brebaje", le diré que
se lo meta, por donde cuadre.
La noche vence. El sueño viene. Ni se entretiene, me da
alcance. Con somnolencia de tanta gragea, pides paciencia, con vehemencia, a
quien te rodea.
Viene Morfeo, te abre sus brazos; no hagas un feo; no seas
huevazos; ríndete al mazo de su mareo.
"Suda, que es bueno, las miasmas se alejan pronto de ese
cuerpo". Así lo dicen ¿Será lo cierto?, el caso que es consejo y lo
bendicen.
La aurora canta un nuevo día, tienes la sábana húmeda y está
fría. Pero respiras, el tapón de la nariz no está ¡Qué buenos días! La cabeza
no duele ¡Qué hermosura! ¿Será que he soñado ésta locura?
¡Si es imposible!, si un macho, como yo ¡es invencible!
Entras en la oficina con buena planta, retando a quien te
aguanta, mirada inquina.
¡Soy como un roble! ¡Cómo voy a padecer, algo innoble!
Te volverá a pasar, estate seguro; y volverás a negarlo, juro
que juro; que contigo no va eso que es para alguno; que tú eres deportista ¡por
Dios! ¡por Juno!
Presentado al XIV Certamen de Relatos "Pilar Baigorri", 2014. M.I. Ayuntamiento de Murchante (Navarra).
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