Contemplaban dos
ancianos
las curvas
lujuriosas
de dos, nada
sospechosas,
mujeres de la
vida
que dan lo que se
las pida
por unas monedas
sosas
de las que están
siempre ansiosas
porque caigan en
sus manos.
Sus escuetos
disfraces
usados como
señales
para asiduos o
casuales
no eran
inadvertidos
por aquellos
pervertidos
que creen que
remedian males
engordando a
criminales
dueños de estos
desenlaces.
Los viejos entrecruzaron
sus miradas un
momento
y su aliento
les tradujo
que cada anciano
dedujo
un distinto
sufrimiento
para uno eran
ostento
al otro le
abrasaron.
Dos maneras de
sentir
un problema muy
mundano,
cotidiano,
desde ojos ya
expertos
casi muertos,
unos sólo ven lo
vano
el otro maldice
al gusano
que las obliga a
reír.
Presentado al Premio Nacional en Poesía La Belleza en 1000 Palabras. Cátedra
Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE) y Ediciones
COMOARTES
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