La
"Belleza" es algo subjetivo; pertenece a cada cual interpretar lo que
es o no es bello. Tomamos un concepto "universal" de La Belleza, en
muchos casos amparándonos o dejándonos llevar por modas o corrientes de
presión.
Si
cada cual tiene unos sentimientos y unas percepciones únicas, intrínsecas a
cada ser humano, lo natural es que la variedad de lo bello sea casi tan extensa
como individuos poblamos la tierra.
No
obstante, intentamos aglutinar el concepto de belleza en torno a determinados
parámetros, estéticos, que rigen la época en la que nos ha tocado vivir. Y,
además, hay que añadir, la Historia; que marca como bello lo creado por
artistas de reconocido talento a lo largo de los siglos.
Es
la manera "formal" de entender la belleza. Todo el mundo reconoce,
como bellas, las Pirámides de Egipto, las Cataratas Victoria o la propia Torre
Eiffel. Y habrá muchas personas que no tengan estos tres ejemplos entre los que
ostentan su sentido formal de la Belleza; pero ahí están como estandartes de la
misma.
Podríamos
hablar igual de cualquiera de las distintas muestras en las diferentes
expresiones artísticas, pintura, escultura, etc...
Y,
por supuesto, sin olvidarnos del espejo del que todas han copiado: La
Naturaleza. Todo las demás obras hechas por el hombre no habrían existido sin
una primera copia de algo de la naturaleza, de su entorno.
Lo
bello es cambiante; es un poco nuestro sello personal, nuestro carné de
identidad; de cada individuo.
Todos
nos enamoraríamos de personas "académicamente" bellas; sobraría lo
feo; lo deforme, lo antiestético...
Ni
sé , ni quiero saber, qué porcentaje puede darse en el mundo de personas
casadas o enamoradas de otras que de manera universal, estereotipada, se las
considere feas; no bellas. Y esa es la parte más bella de "La
Belleza", que al ser interior, el sapo es un apuesto Príncipe, sin ningún
género de duda; y aunque Sabina, en una
de sus estupendas canciones nos recuerde que "...las niñas ya no quieren ser
princesas...", me temo que en el interior de cada una de esas niñas, las
gusta ser vistas como princesas ante los ojos de las personas que aman; aunque
a las doce de la noche el coche de caballos y sus palafreneros se conviertan en
una gorda calabaza y unos míseros ratoncillos de campo.
¿Nos
atrevemos a apostar que en el futuro, incluso en el inmediato, los gustos por
lo estéticamente bello seguirán siendo los que rigen en estos momentos?.
Nadie
puede apostar por tal cosa.
"La
Belleza", entrecomillada y con mayúscula, la descubre cada cual en
cualquier vicisitud o rincón de la vida; sea humana, "viendo" eso que tiene en su interior cada persona y
que otro no ve o, simplemente, al dar la vuelta a la esquina de la calle.
La
belleza importante, la interior, la que realmente nos hace ser bellos de cara a
los demás e, incluso, con nosotros mismos, tiene mucho que ver con sentirnos,
en lo posible, con nuestra propia forma de comportarnos ante los demás; ante
sus problemas; muy lejos de pasarelas mediatizadas para vender formas o
estilismos con meros intereses económicos, detrás de los cuales, siempre están
grandes empresas. La Belleza-negocio, por desgracia, marca la estética de
nuestra sociedad. Nuestro triunfo está en encontrar la "otra", la
humilde belleza escondida en cualquier lugar, en cualquier persona...
Presentado al Premio Literario en Prosa La Belleza en 1000 Palabras. Cátedra
Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica (CIINOE) y Ediciones
COMOARTES
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