martes, 23 de junio de 2015

Hijas de una guerra. Hijas del olvido

Está ocurriendo. Es noticia que salpica nuestros telediarios. casi ya ni volvemos la vista a la pantalla cuando la oímos, como con desgana, pues a nuestros oídos ávidos de noticias bomba, les empieza a sonar a viejo y usado el hecho de que unas niñas, muchas, estén en manos de un sanguinario grupo que, supuestamente, lucha por el bien de sus compatriotas. O lo que es aún peor, por una fe, teóricamente a favor de que unas almas consigan, un día, vivir eternamente en el más allá.
Un "más allá", manoseado por "Tirios y Troyanos"; ajustado a cada necesidad socio -político-religiosa.
Y el resto del mundo, sobre todo el llamado "Occidental", se está jugando a "tres con la que saques" si bajo el amparo azul de un casco entran o no entran a por unos sanguinarios justicieros de la fe, de la suya, por no "tocar las narices" a un mundo, el islámico, que ampara, aunque sea de una manera subrepticia, todo tipo de manifestación redentora en aras de un Valhalla rico en dulces e insinuantes huríes.
Y esto es lo que nos toca. Cuando la diplomacia es imposible porque la cerrazón de unas ideas evitan toda "entente cordiale" ¿qué nos queda?
Habrá muchos que la intervención armada no la aprueben. Están en su perfecto derecho; y, desde un punto cristiano, resulta de muy difícil justificación un derramamiento de sangre.
Lo entendería si fuera un derramamiento gratuito, si se me permite la expresión. Pero al toro hay que cogerlo por los cuernos justo cuando lo tenemos delante; de nada sirve intentarlo hacer cuando no está al alcance.
Y es el momento. ¿Cuántas vidas, no sólo en el sentido literal de la palabra, hay que dejar que sacrifiquen estos cafres, para que los países "civilizados" reacciones?
Quizá el quid de la cuestión esté en la pobre renta per cápita de estos Estados. Otro gallo nos cantaría si se diera esta situación en un país gran productor de petróleo, por ejemplo.
Si con la anuencia de la mayor parte de las naciones de los cuatro puntos cardinales del planeta, se ha llegado a crear una fuerza multinacional para enfrentarse como en Fuenteovejuna o  los Tres Mosqueteros, "todos para uno"; no existe un motivo más justificado que esta carnicería no sólo física, sino por las secuelas psicológicas que en esas niñas pueden quedar de por vida, la intervención armada.
La sofisticación en este terreno, como en todos de la vida, ha llegado al punto de meter una bala en la punta de un alfiler; pues cojamos la moraleja y, sin daños colaterales que se puede lograr, derribar para siempre a quien no tiene cabida en un mundo del siglo XXI.
Y, de paso, sirve de "Aviso a navegantes". Si un Estado es soberano por no dejarse avasallar, es perfectamente extrapolable, que una conjunción de los mismos tengan las mismas prerrogativas y sirva para que ningún país, o banda armada que se auto arrogue ese título, se lo piense unas cuantas veces antes de lanzarse a cometer felonías de estos calibres.
Pero el problema sigue estando sobre un tapete manoseado por haberse jugado en él infinidad de partidas de más o menos legitimidad.
Santo Tomás, nada dudoso, explicó las tres causas que se debía de dar para que una guerra sea justa; y las enumeró: Primero la autoridad del príncipe bajo cuyo mandato se hace la guerra; segunda que sea una causa justa y, finalmente se requiere que sea recta la intención de los contendientes; es decir una intención encaminada a promover el bien y/o evitar el mal.
Si damos por más o menos acertados estos tres postulados que son los que inspiran al mundo nuestro, el occidental, no hay impedimento jurídico que pueda evitar ese tipo de conflicto armado. Existe, por supuesto, un problema de conciencia, individual, personal; pero se da por sentado el derecho universal a que el "bien común" está por encima de los intereses particulares.
Pues al tajo. Dejémonos de zarandajas. Esto es serio; está costando muchas vidas las indecisiones de las grandes potencias por no "molestar" a los que ostentan las armas e inspiran "terror". Esta vida es de los valientes, no de los insensatos, sino de los que sientes miedo y lo vencen.

¿A qué estamos esperando?¿Estaríamos de brazos cruzados si fueran nuestras hijas las que se encuentran en esa situación?


Para el 2º Certamen Literario de Relatos Breves y Poesía. Integra2. Fundación Integración y Solidaridad (FINSOL). Tres Cantos. (Madrid).



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